Historia de un renacer

sábado, 27 de noviembre de 2010

El tiempo es un gran sabio, y eso ella lo sabía. Un mudo testigo, un aliado crucial. Ese mismo que le había enseñado que a su historia le esperaba todavía un grandioso final, pese a lo que ella misma pudiera pensar.

Ése que le dio fuerzas para alejarse en el momento justo. Cuando creyó que ése sería su agónico final, cuando lo daba todo por perdido. Cuando lo que quería era levantarse... y solamente conseguía volver a caer.

En ese preciso instante, ocurrió.

Porque ése era su inagotable infierno. Se escondía detrás de una angelical mirada, detrás de unas palabras vacías, detrás de unas intenciones malintencionadas. Pero ella no era consciente de nada... ya que no era capaz de ver más verdad que la de aquellos ojos. Y siempre acababa preguntándose por qué cada vez que tenía ocasión de ganar, acababa derrotada...

...Hasta que un día ganó.

Ese día despertó, pero esta vez abriendo los ojos. Aprendió una valiosa lección. Debía aprender a quererse, a luchar por ella, por todo lo que deseaba.

Ese día le abrieron sus alas con más fuerza... encontrando su propia luz. Porque, aunque no lo supiera, sería eso lo que más necesitara. Retomó fuerzas, alejó las lágrimas de su rostro y alzó el vuelo.

Ahora, más que nunca, deseaba ser ella. Y nadie mejor que ella para olvidar lo que quiso ser, para ganar lo que siempre tuvo.

Porque era la primera vez que se sentía segura de sí misma al pensar que, si volviera a caer algún día, no tendría de qué preocuparse. Ya había ganado mucho más de lo que habría imaginado.

Porque todo había acabado. Y ése había sido su grandioso final.
Porque alejándose, acabó encontrándose.





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