El poder de las palabras

miércoles, 20 de noviembre de 2013

¿Se puede?

Hace mucho que no me pasaba por aquí. Ni siquiera para saludar. Habrá quien se haya olvidado de estas letras, quien haya encontrado otras mejores donde refugiarse. Y es que dicen que cuanto menos tiempo le dedicas a una cosa, menos hábito tienes a ella. Últimamente me sucede eso con escribir. Quizás hace años la solución más fácil ante un problema era enfrentarme a él escribiéndolo, soltándolo entre letras y frases escondidas, por muy paradójico que resulte. Quizás ahora eso ha cambiado; no me refiero a los problemas o dificultades de la vida, puesto que siempre están ahí, y cada año que pasa, a más responsabilidades te enfrentas. Pero esconderme ante mis palabras siempre fue lo más fácil. Escudarme en ellas y aparentar que seguía entera, inquebrantable, que nada me pasaba, que todo eran risas ante mi presencia. Y, por desgracia, hubo largas temporadas en las que en mi interior nada era así.

Fotografía de LJ
Quisiera saber escribir. Escribir de verdad. Que alguien leyese mis palabras y se lograra emocionar con ellas. Saber arrancar un ápice de sentimiento en todo aquel que me lea. En definitiva, transmitir, ya sea para bien o para mal. Me he dado cuenta de ello habiendo aparcado el hábito de escribir. Me he dado cuenta de la fuerza que me une a las palabras, de la pasión que he tenido siempre por ellas y del poder que todos estos años han tenido para mí. Un mundo abstracto donde todo tiene cabida, donde ficción y realidad pueden unirse en un paralelismo en el que imaginar es el principal poder, y transmitir la mayor virtud. Nunca es tarde para darse cuenta de la belleza de lo cotidiano, para descubrir esa inspiración que reside en uno mismo, como todo arte. Como ese lujo que nos proporciona el poder de las palabras.

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