Desesperada

domingo, 31 de julio de 2011

Desesperada. Enjuaga sus lágrimas con rabia, como una niña pequeña que ni en su madre puede hallar consuelo. Desconsolada porque, por más que da vueltas, su repentina ansiedad no la deja encontrar en su cama algo que no sea más que una incesante soledad nocturna. Ahora es cuando realmente sabe qué es echar de menos eso que una vez formó parte de ella, algo que no sólo fue una mera ilusión. Con suma impotencia, anhela unos brazos que la protejan del frío que ahora siente. Cambia el grito desesperado por un ahogado llanto, dejando callado su amargo desencanto.

Añora su adorado y dulce olor, aunque duda de que la suave brisa de la noche se lo pueda devolver. Sabe que el dueño de ese olor no la echará de menos esta noche, pero eso no importa, sobre todo si ese alguien se trata del mayor acierto cometido en su historia. Ése es un pensamiento que invade su mente, con cierta resignación… La resignación que se siente al saber que nadie más podría oírla, que nadie más debería saberlo. 

Y es que ahora le queman por dentro todos esos abrazos que prefirió guardar para su imaginación, o aquellos besos que tanto anhelaba en sueños. Todo queda para sí, esperando el día en el que todo vuelva a ser como ella tanto espera, cuando nada deje a expensas de su imaginación.

Esta noche dejará de sufrir por un instante, volviendo a ser feliz, aunque sólo sea fruto de esas historias que sólo ella vive en sus sueños. 

Porque esta noche… sólo ha sido una mala noche.

28

viernes, 29 de julio de 2011

Un día más, como cualquier otro jueves de un mes sin importancia.
Y, a la vez, un día menos para que cambie todo.
Martes, 28. Y desde entonces, hasta hoy. Es curioso que un número sea capaz de evocar tantos momentos. Es una simple suma de números, cuyo resultado sólo te lo debo a ti.


Porque ya se ha ido el 28.



Un día más

jueves, 14 de julio de 2011

¿Qué mal amargo puede el mundo causarnos si nos tenemos el uno al otro?"

Y hoy por hoy, 6 meses y medio después de todo, las palabras continúan negándose a fluir, a construir bonitas frases y resultar en preciosas muestras de sentimiento.
Hoy por hoy, sigo sin conseguir explicarlo todo, sin ser capaz de demostrarte con esta frágil prosa todo lo que pretendo, todo lo que siento.
Esas mareas profundas que se forman en mi estómago, esa sensación de flotar entre nubes, de tocar el azul del cielo y ser uno con él, de sentir el viento arrancar cualquier tipo de malestar y llevárselo lejos, de donde jamás podrá retornar. Todo eso que siento cuando sé que nos vamos a reencontrar de nuevo, cuando te veo venir a mi encuentro, todo ello queda empequeñecido al escribirlo. Todo es mucho más especial en realidad. 
Todo es más especial contigo.
Cada una de las pequeñas arrugas que se forman en mi sonrisa, el reflejo marrón de tus ojos sobre el oscuro de los míos, esa sensación tan especial que siento al abrazarte, esa especie de revoltura de estómago que no son mariposas, es un zoo entero. En definitiva, todo lo que siento cuando, frente a mí, tú sonríes. 
Y dicho así, es como si no se correspondiera con lo real, con lo que en apariencia ves. Tan solo son meras palabras que intentan explicar lo más grande que me ha sucedido en la vida. Todo es mucho más especial en realidad.
Es más especial contigo.
Me disculpo por no saber expresar que poquito a poco te has convertido en mi mundo. Me disculpo porque no sé cómo decir que eres mi razón de seguir luchando, mi mayor apoyo, mi vida entera. Porque por más que lo repita, jamás alcanzará a parecerse a la realidad, jamás será tan grande como lo que siento, ni tan precioso como todo esto. Me disculpo mientras pienso en qué podría regalarte, si te mereces el universo, y qué podría decirte si cada palabra bonita es tuya. 
La razón es sencilla… para mí, todo es más especial contigo.
En este tiempo hemos viajado juntos los mismos kilómetros, pero descubriendo en ellos siempre algo nuevo y especial. Hemos vivido aventuras frente a una pantalla, hemos sido un ángel y una mortal,  turistas en nuestra propia ciudad, e incluso, compañeros de piso. Intenté ser una sonrisa al despertarte, para que nunca la olvidaras. Hemos sido un siempre, un tú y yo. Nosotros.
¿Sabes? Hemos fortalecido unas iniciales que ya perdurarán siempre. Unas iniciales unidas a la inversa, separadas por una K en el teclado, junto a otras que sólo están separadas por una N. Hemos construido una realidad que lleva nuestro nombre, una realidad similar a un gran jardín. Ese jardín lleno de flores que simbolizan un sentimiento, en el que nosotros seremos los jardineros, y día a día, regaremos la flor de nuestro cariño.
Hoy por hoy, sigo sin saber explicarlo.
¿Y yo? Te quiero, luego existo. Podré surcar los mares, escalar altas montañas, bajar acantilados y afrontar mis mil temores, que mientras tú me acompañes todo ello estará bien. Temblaré cuando una suave brisa te acaricie y ese tacto no sea yo, como un suspiro que desaparece en el aire. Pero si tú estás, todo seguirá bien.
Sigo sin saber cómo gritar al mundo que sin ti no vivo, porque ya no quiero; sigo en mi camino, en el nuestro, de tu mano, sin desviarme. Y allí, al frente, nuestro futuro. Sigo sin saber cómo decir que sin ti no lo quiero. 
Sigo sin saber decirlo. Porque todo es más especial contigo.



Y prometo recordártelo cada año, en nuestra ciudad alhambrada, hasta el fin de los tiempos.

Quería contarte

miércoles, 13 de julio de 2011

Si te pidiese alguna locura, ¿me seguirías sin pensarlo? Y no vale pensar, sólo responder. Dime si cogerías mi mano hasta el fin del mundo, hasta el fin del mundo que hemos conocido. Si te adentrarías conmigo en un paraje desconocido, sin mapas, sin guías, sin brújulas ni destino. Dime si te perderías conmigo... Porque, estando contigo, no necesito encontrarme. Cuando estás a mi lado sé cual es mi lugar, reside en ti, respira contigo, se hunde con cada latido... y bombea emociones, caricias, sonrisas, sueños. Y, si te pierdes conmigo, te aviso de que puede que jamás nos encuentren. 

Entonces, ¿te arriegas? Si ganamos, lo haremos juntos. Es imposible perder si me das tu mano, si la tengo aquí, sobre mi pecho, meciéndose al ritmo de mis latidos. Podríamos ser dos fugitivos; podríamos ser, simplemente, dos que estaban pero dejaron de ser. Y nadie se preguntaría si pensamos volver porque el sitio al que habríamos de regresar aún no ha sido inventado. 

Necesito saber si puedo contar contigo en mi plan de huida, en eso que llamo destino, en esos cuantos pasos que daré fuera del camino. 

¿Me abrazarás si tiemblo? ¿Serás mi compañero de viaje, mi aliado? Y no vale echarse atrás, hay que ser valiente, hay que dejarse el alma en cada paso que avancemos. Te prometo que lo haré, correré cualquier riesgo con tal de no perderte.

¿Y tú? ¿Te quedarás conmigo? ¿Para siempre? Espero que nunca te canses de contestar, porque hace tiempo
que me respondí esa pregunta; hace mucho tiempo que yo me quedé contigo

He dicho.

Ya que no puedo escribirte directamente, dejo esto como promesa hasta el momento en que pueda volver a abrir tus páginas.
Hace tiempo que no te comento nada, exactamente desde un lejano tres de abril, donde tantas cosas pasaron. Desde entonces hasta he cambiado de dígito, y por suerte soy más feliz, compensando por cada lágrima que a veces derramo. Por ejemplo, las que pude derramar esta noche.

Nunca imaginé que pudiera convertirme en un ser tan susceptible a los miedos. Tengo miedo de perder a la persona que más quiero en mi vida, de que algún día se pueda dar cuenta de que no soy realmente lo que buscaba. Lo único que consigo es fallar, incluso a mí misma, traicionando mis principios. Nunca he sido así, desconfiada de mi propia sombra, ni me había sentido tan avergonzada de mí misma. Porque confío en él todo lo que no sé confiar en mí misma, algo de lo que realmente no me arrepiento. Pero... todas mis virtudes las veo reflejadas en otra persona que no soy yo, y todos mis defectos los reflejo cuan espejo, proyectando incluso los que no son míos. ¿Por qué lo hago? Realmente me siento plena, feliz, tengo aquello por lo que siempre luché delante de mis ojos, todo aquello que siempre he pensado que valía la pena. Pero teniendo en mente ese eterno miedo a perder, siento entonces que así sí que podría perderlo todo.

Y es lamentable seguir en ese estado. El más mínimo error me afecta, como ya conté una vez, y de la más mínima simpleza puedo armar una teoría. Soy imbécil, cabezota, insegura y pesimista, pero aún así te pido que no te vayas, porque no estoy dispuesta a dejar escapar todo esto.

Porque todo pasa, como todo llega. Ha pasado un año, quizás un poco más, y parece que estas fechas no traen buenos recuerdos para ninguno. Quizá porque, inconscientemente, temo que esos fantasmas vuelvan a aparecerse, aunque realmente no vaya a ser así. Es por eso que es injusto cargarle todas mis paranoias y todas estas porquerías a la persona que menos culpa tiene de todo lo que pasé. Porque ha sido quien ha estado ahí en todo momento, y la que quiero que siga estando para siempre.

Aunque esta mala racha sin sentido no nos beneficia, no quiero ser yo la responsable de perder lo que ahora tengo, ni que todo ello cambie por mi culpa. No me lo perdonaría una vez más.
Simplemente pido comprensión; por ejemplo, en el momento que presiento que no me muestran la atención que en ocasiones preciso, o que en apariencia simplemente soy una persona más, me siento angustiada. Pero no me enfrento, no me veo con el derecho. Y me comporto cuan niña pequeña, dejando al aire mis carencias socialmente emocionales ya conocidas. Pero no por ello quiero ni pretendo cambiar el carácter de nadie, porque estoy enamorada de cada una de las virtudes y de cada uno de los defectos que conozco de él, desde el primero hasta el último, y ya no siento miedo de amarlos.



12.07.11. 
Porque un diario debe estar en un lugar seguro.



He de reflexionar, pararme a pensar en todo lo que mi cabeza ha creado ella solita y soltarlo todo afuera. Nunca me ha costado pedir perdón, fueran cuales fueran las circunstancias, por eso ahora tampoco está de más. También, desintoxicarme de las perturbaciones, y no encontrar más excusas para no ser feliz... (será que no me acostumbro a serlo, o que simplemente se me olvida.)
Pero aún así, quiero conseguirlo. Y no solamente por mí, sino que por ti quiero superarme, crecer. Porque confío en ti como en nadie más, porque guardo todos estos años como abrigo. Y para que no sientas que tu confianza en mí la depositas en vano, sin que te sientas defraudado una vez más. 

Para que seas feliz, para ser feliz contigo.

Bajo las nubes

jueves, 7 de julio de 2011

Lo más importante es no amargarse ante las decepciones de la vida. Aprender a dejar ir el pasado. Y reconocer que todos los días no serán soleados, y que cuando te encuentres perdido en la oscuridad y la desesperación recuerdes que sólo en la oscuridad de la noche puedes ver las estrellas.

Porque, a veces, para conseguir llegar a la luz, hay que arriesgarse en la oscuridad.






Reinventarse

viernes, 1 de julio de 2011

Porque las fechas simplemente son fechas, y solamente son las personas las que se encargan de convertir esas fechas en especiales e inolvidables. Eso me han enseñado las últimas fechas que yo creía especiales en estos últimos años. De qué sirve que sea San Valentín, tu cumpleaños o el día de Reyes si no tienes con quién compartirlos o si no los compartes con quien realmente deseas...

Cada fecha es una persona, un recuerdo, un símbolo o, simplemente, un número muy concreto. Y ahí están, no importa que sea 32 de octubre o 31 de febrero, lo importante es la huella que esas personas puedan dejar.


Hoy arranqué una página más del calendario para adentrarme en julio, dispuesta a aferrarme con fuerza a todo aquello en lo que creo. Es momento de reinventarse, de aparcar el pasado a un lado y de ser la dueña de mis pensamientos. De crecer en seguridad tanto o más que en sabiduría, y valorar todo aquello que está por venir, incluso lo que se escape de la razón. De aprender a quererse a uno mismo... porque, si no lo haces, ¿quién más querrá hacerlo? 

Llegó el momento de sentirme capaz de mirar hacia adelante con la misma esperanza con la que ya consigo mirar hacia atrás. Ya suena absurdo aludir al miedo, confesar que no quiero caer... porque ya comprobé fielmente quién se arriesgaría a levantarme.

Porque, después de todo y antes de nada, estoy segura de que todo lo que hemos vivido ha valido, vale y valdrá la pena.

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