Si te pidiese alguna locura, ¿me seguirías sin pensarlo? Y no vale pensar, sólo responder. Dime si cogerías mi mano hasta el fin del mundo, hasta el fin del mundo que hemos conocido. Si te adentrarías conmigo en un paraje desconocido, sin mapas, sin guías, sin brújulas ni destino. Dime si te perderías conmigo... Porque, estando contigo, no necesito encontrarme. Cuando estás a mi lado sé cual es mi lugar, reside en ti, respira contigo, se hunde con cada latido... y bombea emociones, caricias, sonrisas, sueños. Y, si te pierdes conmigo, te aviso de que puede que jamás nos encuentren.
Entonces, ¿te arriegas? Si ganamos, lo haremos juntos. Es imposible perder si me das tu mano, si la tengo aquí, sobre mi pecho, meciéndose al ritmo de mis latidos. Podríamos ser dos fugitivos; podríamos ser, simplemente, dos que estaban pero dejaron de ser. Y nadie se preguntaría si pensamos volver porque el sitio al que habríamos de regresar aún no ha sido inventado.
Necesito saber si puedo contar contigo en mi plan de huida, en eso que llamo destino, en esos cuantos pasos que daré fuera del camino.
¿Me abrazarás si tiemblo? ¿Serás mi compañero de viaje, mi aliado? Y no vale echarse atrás, hay que ser valiente, hay que dejarse el alma en cada paso que avancemos. Te prometo que lo haré, correré cualquier riesgo con tal de no perderte.
¿Y tú? ¿Te quedarás conmigo? ¿Para siempre? Espero que nunca te canses de contestar, porque hace tiempo que me respondí esa pregunta; hace mucho tiempo que yo me quedé contigo
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