Cuenta atrás

miércoles, 28 de octubre de 2009


Ya ha pasado un mes. Parece que fuera ayer ese último concierto, o cuando nos despedimos para no saber cuando nos volveríamos a ver, o cuando visité aquel lugar, o cuando tomé el último café, o cuando vi al alguien llorar más de una vez, o cuando... esto ya se va animando.

Lo cierto es que hay cosas que han cambiado. Aquí todo lo que ocurra se magnifica, incluso ya nos hemos armado como una pequeña familia. Y es que aquí semanas parecen meses, y un mes resultan al menos tres... y así. Tanto que no sabría explicar cómo me siento desde hace unas dos semanas hasta acá. Más que nada porque hacía meses que no me pasaba el sentirme tan... rara. Hay momentos en los que estoy por los suelos y de pronto el corazón parece que me va a explotar.

No estoy enamorada, aunque tampoco sepa realmente lo que es. Solamente tengo miedo a pasarlo mal, a caer en la misma piedra otra vez.



Y aunque al parecer hay menos trabas, siempre las acaba habiendo...

Secundariamente, yo en sí. No tengo ese imán o factor x para atraer a gente más allá del ámbito amistoso.

Casi dos décadas lo demuestran.

Es pronto aún para sacar conclusiones, pero es fácil teniendo en cuenta de que hasta ahora siempre ha sido la misma.

Si nos ponemos positivos, me estoy sintiendo aceptada en un grupo numerosísimo, algo que espero que dure algo más que meses mal contados.

Pero siempre hay una de cal y otra de arena. El ambiente universitario es fresco y dinámico, a diferencia de muchas de sus clases...

¡Cuántas veces he gritado en silencio en mitad de una clase pidiéndo que te manifestaras o que abrieras esa pesada y enorme puerta...!

Y nada, la puerta permanece inmóvil y sólo era mi cabeza la que desconectaba para despertar de su aburrimiento...

Echo de menos tantas cosas que están lejos y otras que están ahí enfrente...

Eso que callo y nadie se atrevería a contar... o sí

miércoles, 7 de octubre de 2009

No lo comprenderán, nadie podría saber en qué punto de estas líneas que repiten tu nombre constantemente he dejado de hablar de ti para hablar única y exclusivamente de mí. Tal vez nunca haya empezado a hacerlo… me gusta complicarme.


Adaptarse a una nueva vida es la clave para poder sobrevivir. Pero sin hacer borrón y cuenta nueva, solamente consiste en recordar sin que duela.


Sé que hay días peores que otros, unos que llegan y se van como si nada y otros que serán inolvidables. Pero de momento los estoy viviendo desde fuera, aún no me implico demasiado en lo que ocurre a mi alrededor. Soy una mera expectadora de mi vida. Sin más.



Solamente soy yo cuando me pongo a pensar, cuando revivo momentos en los que fui feliz o en los que sufrí, pero siempre sintiendo todo a flor de piel. Es en la soledad de mi celda cuando sé que todo está lejos de mí, cuando me reafirmo en la suerte que he tenido al estar contigo, o contigo, y cuando sé que todo ha cambiado, cambia y cambiará.



Me queda el consuelo de saber que he podido vivir siempre dándolo todo al máximo, que mirando una foto puedo recordar miles de momentos y sensaciones y que leyendo entre recuerdos sé que hay gente que me aprecia o que me ha podido llegar a querer.



Y ahora sentir la libertad me asusta. Veo un mundo detrás de mi ventana al que, en el fondo, estaría dispuesta conocer, pero del que no sabría decir lo que en realidad esconde. Me cuesta mucho mostrar cómo soy tras tantas decepciones...



Y mentiría si dijese que estoy genial aquí, porque de qué vale la libertad si no tienes con quién compartirla. Hay ratos en los que los recuerdos me inundan, y más si me encuentro rodeada de ellos. Os echo de menos, y sabría que ocurriría, pero aguanto, aunque tropieza, me caiga y vuelva a tropezar... siempre acabo levantando. Sino, ¿qué hacer entonces?



Me encantaría volver una y otra vez al lugar, al momento y al día exacto en el que te conocí. Es imposible, pero anoche soñé con eso. Por eso es posible que hoy me levantara de mejor humor... aunque el mejor de los pecados haya sido el haberte conocido, jamás me arrepentiré de la mejor decisión que he tomado hasta el momento.





Ains... ojala pudiera pedirte un abrazo cuando más lo necesite. O un simple saludo; no es fácil tirarse horas y horas sin abrir la boca por no tener a nadie cerca con quien hablar...



La soledad casi siempre es necesaria, pero hasta cierto punto. Porque ahora mismo me siento como una hormiga en medio del universo, aislada. Total, a demasiada poca gente podría interesarle un bicho así.

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