No lo comprenderán, nadie podría saber en qué punto de estas líneas que repiten tu nombre constantemente he dejado de hablar de ti para hablar única y exclusivamente de mí. Tal vez nunca haya empezado a hacerlo… me gusta complicarme.
Adaptarse a una nueva vida es la clave para poder sobrevivir. Pero sin hacer borrón y cuenta nueva, solamente consiste en recordar sin que duela.
Sé que hay días peores que otros, unos que llegan y se van como si nada y otros que serán inolvidables. Pero de momento los estoy viviendo desde fuera, aún no me implico demasiado en lo que ocurre a mi alrededor. Soy una mera expectadora de mi vida. Sin más.
Solamente soy yo cuando me pongo a pensar, cuando revivo momentos en los que fui feliz o en los que sufrí, pero siempre sintiendo todo a flor de piel. Es en la soledad de mi celda cuando sé que todo está lejos de mí, cuando me reafirmo en la suerte que he tenido al estar contigo, o contigo, y cuando sé que todo ha cambiado, cambia y cambiará.
Me queda el consuelo de saber que he podido vivir siempre dándolo todo al máximo, que mirando una foto puedo recordar miles de momentos y sensaciones y que leyendo entre recuerdos sé que hay gente que me aprecia o que me ha podido llegar a querer.
Y ahora sentir la libertad me asusta. Veo un mundo detrás de mi ventana al que, en el fondo, estaría dispuesta conocer, pero del que no sabría decir lo que en realidad esconde. Me cuesta mucho mostrar cómo soy tras tantas decepciones...
Y mentiría si dijese que estoy genial aquí, porque de qué vale la libertad si no tienes con quién compartirla. Hay ratos en los que los recuerdos me inundan, y más si me encuentro rodeada de ellos. Os echo de menos, y sabría que ocurriría, pero aguanto, aunque tropieza, me caiga y vuelva a tropezar... siempre acabo levantando. Sino, ¿qué hacer entonces?
Me encantaría volver una y otra vez al lugar, al momento y al día exacto en el que te conocí. Es imposible, pero anoche soñé con eso. Por eso es posible que hoy me levantara de mejor humor... aunque el mejor de los pecados haya sido el haberte conocido, jamás me arrepentiré de la mejor decisión que he tomado hasta el momento.
Ains... ojala pudiera pedirte un abrazo cuando más lo necesite. O un simple saludo; no es fácil tirarse horas y horas sin abrir la boca por no tener a nadie cerca con quien hablar...
La soledad casi siempre es necesaria, pero hasta cierto punto. Porque ahora mismo me siento como una hormiga en medio del universo, aislada. Total, a demasiada poca gente podría interesarle un bicho así.
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