Desconocido

jueves, 4 de noviembre de 2010

Añoraba muchas veces este momento, el estar sola delante de esta ventana, dentro de esta habitación, testigo de tantos momentos vividos.
Pero ahora había algo que había cambiado. Ya no soy la misma niña alocada que llegó hace un año con ganas de comerse el mundo, mundo que cuando me necesitaba, allí estaba la primera. Sin falta. 
Sin embargo, esa ilusión de hacerlo todo por primera vez había desaparecido. Ya nada sería lo mismo, de esa locura iba quedando cada vez menos. Y cada vez, menos sentido le encuentro a todo...
Escribo con el ánimo por los suelos, escribo mientras mis oídos estallan oyendo una triste canción, escribo mientras inundo de lágrimas mi jaula, como cada noche sin saber por qué, y escribo porque es mi único consuelo. Escribo donde sé que apenas nadie lo leerá si no aviso con anterioridad. De todas formas, una de las dos personas que mejor me entendería soy yo misma, y ni eso consigo. Simplemente escribo. Yo. Soy yo la que simplemente escribe. Porque hoy no busco que alguien se identifique conmigo, eso es imposible. Por todo ello, hoy dejaré de hablar en tercera persona... 

Siento que la noche es lo único que me hace sacar lo que llevo dentro, y que la luz del día es quién se encarga de cegar mi frustración. Mi frustración por no entender nada, por sorprenderme cada vez más de mí misma. Es un sentimiento extraño, es fuerte y a la vez es dependiente. Sufre los altibajos de su dueña. Es simple pero complejo. No es un sentimiento común, va más allá de lo normal, pero nunca llegaría a lo ya posiblemente sospechado por el lector. Cierto es que me queman ciertos momentos, y el no poder hablar me ahoga lentamente. Por miedo a perder algo que no sabría definir fácilmente.

Y es que son ya muchos frentes son los que se cruzan en mi camino, cada cual con más fuerza. Fuerza inversamente proporcional a la mía, cada vez más desgastada con el paso de los días. Al menos veo que a mi alrededor todo va bien, que lo peor ya ha pasado. Pero en mí no sé lo que va mal, porque tampoco sé qué marcha bien.
Sé que por esperar, desespero. Porque cuando doy, poco recibo. Porque si recibo, ha sido pedido. Y, al margen y por encima de todo, ni quiero ni sería justa reprochando algo que sólo me incumbe a mí, porque sufriría doblemente teniendo esa actitud. Pero nadie ve mis lágrimas ni nadie ve, afortunadamente, que lo paso mal. Porque no sé a quién acudir, porque todos están lejos aun posiblemente estando cerca. Porque, por suerte, tienen su vida, con mejores cosas que hacer y con mejores e interesantes personas con quien estar, con quien conversar o con quien compartir. Porque tienen sus asuntos, su espacio, su ambiente, y yo no pertenezco a nada. Y por ello sé que mi ubicación únicamente está conmigo misma en esta habitación. 






____

Prefiero no ser yo para así conseguir lo que siempre esperé siendo yo.


Déjà vu.
____



Porque desde siempre he estado sola, de una u otra forma. Si echo la vista atrás… Desde esos recreos en los que mi única distracción era pararme a ver cómo jugaban los críos o, en el peor de los casos, cómo esconderme de quiénes querían buscarme y no precisamente para jugar, hasta esos días en los que me empezaba a rodear de gente que estaba dispuesta a conocerme, aprendiendo qué era eso que se llamaba amistad. Qué irónico, ahora que probé la compañía no quiero separarme de ella. Irónico porque muchas personas ya se alejaron en su día y no han vuelto. Porque otras pocas he decidido que se alejaran. Porque otras… otras siempre estuvieron ahí y aún no comprendo por qué se fueron… Porque, aunque no se note de forma inmediata, todo deja huella tarde o temprano, y las penas duelen conforme echas la vista atrás. Como dice la persona que más me querrá en el mundo, de como hagas tu presente, así vivirás tu futuro. 
Mi presente es insustancial, sólo se aferra a un millón de folios con apuntes, escritos con una letra a la que tiempo atrás algunos tildaron de preciosa. ¿Pero de qué me vale? Ahora se queda triste si no es capaz de escribir algo al margen de esa realidad. Como su dueña. 
Es por ello que ahora ensayo, con bolígrafo y papel, cómo sería escribir los versos más bonitos y cuidadosamente escogidos a una persona que sólo ves perfecta en tu imaginación, por la que darías todo sin darte cuenta, y de la que nunca esperarías nada a cambio, aunque ello te doliese como una puñalada mortal.


¿No ves mi derrota?


No importa. A mí me quedan aún tantos agujeros en el alma que están sin cerrar, que no notaría ya el recibir un sinfín de puñaladas. Tantos como mis infinitas lágrimas. (…) Claro, ahora lo entiendo todo. Ya decía yo que había mucha humedad por el ambiente...



(...)

Por hoy, voy a cerrar mi libreta, voy a dejar de escribir. Voy a dormir, a olvidarme de lo escrito aquí… hasta que el mañana traiga de nuevo su atardecer

No hay comentarios:

By WO Designs. Con la tecnología de Blogger.