Historia de un renacer

sábado, 27 de noviembre de 2010

El tiempo es un gran sabio, y eso ella lo sabía. Un mudo testigo, un aliado crucial. Ese mismo que le había enseñado que a su historia le esperaba todavía un grandioso final, pese a lo que ella misma pudiera pensar.

Ése que le dio fuerzas para alejarse en el momento justo. Cuando creyó que ése sería su agónico final, cuando lo daba todo por perdido. Cuando lo que quería era levantarse... y solamente conseguía volver a caer.

En ese preciso instante, ocurrió.

Porque ése era su inagotable infierno. Se escondía detrás de una angelical mirada, detrás de unas palabras vacías, detrás de unas intenciones malintencionadas. Pero ella no era consciente de nada... ya que no era capaz de ver más verdad que la de aquellos ojos. Y siempre acababa preguntándose por qué cada vez que tenía ocasión de ganar, acababa derrotada...

...Hasta que un día ganó.

Ese día despertó, pero esta vez abriendo los ojos. Aprendió una valiosa lección. Debía aprender a quererse, a luchar por ella, por todo lo que deseaba.

Ese día le abrieron sus alas con más fuerza... encontrando su propia luz. Porque, aunque no lo supiera, sería eso lo que más necesitara. Retomó fuerzas, alejó las lágrimas de su rostro y alzó el vuelo.

Ahora, más que nunca, deseaba ser ella. Y nadie mejor que ella para olvidar lo que quiso ser, para ganar lo que siempre tuvo.

Porque era la primera vez que se sentía segura de sí misma al pensar que, si volviera a caer algún día, no tendría de qué preocuparse. Ya había ganado mucho más de lo que habría imaginado.

Porque todo había acabado. Y ése había sido su grandioso final.
Porque alejándose, acabó encontrándose.





Sólo sé que no sé nada...

martes, 23 de noviembre de 2010



(Será mejor dejar la noche para dormir... así que me arriesgaré a escribir con la tenue luz del día que trae el día de hoy).

Ahora mismo, escuchando una canción que hacía tiempo que no lo hacía, me ha traído a la cabeza una serie de recuerdos... y, desgraciadamente, recuerdos falsos. Y es que me siento tan imbécil por intentar haberme engañado a mí misma y por haber estado tan ciega...

Pero ya no vale la pena recordar esos momentos, porque ya dudo de qué fue cierto y qué no. 
Y aunque no todo fuera así, ahora nada sería igual. 
Sé que es difícil asumirlo después de todo, pero desde que no estás, la desconfianza se fue de mi vida.



Hoy repasas las imágenes que van
De cielo al suelo intentas subrayar
Lo verdaderamente importante.

Hoy intentas que te traiga sin cuidao
Lo que una vez pensaron los demás
Planeando una huida hacia delante.

Tú, la reina de una fiesta bajo el sol
Necesidad abunda en el amor
La única que baila por los dos.

Una canción que va directamente al corazón
Que te hace olvidar que un día murió,
La edad de la inocencia ya anuncio
Tus labios oscuros del dolor.

Hoy te ríes de quien quiere disfrazar
Tu espíritu, tu estanque en una rubia tonta
que no sabe que es pensar.

Tú, la reina de una fiesta bajo el sol
Necesidad abunda en el amor
La única que baila por los dos.

Una canción que va directamente al corazón
Que te hace olvidar que un día murió,
La edad de la inocencia ya anunció...

Que en la inmensidad sigues estando tú
Y solamente tú sabrás como encontrar
Caminos que abrirás para poder llegar
Siempre a lo mas valioso que tendrás, a tu libertad.

Una canción que va directamente al corazón
Que te hace olvidar que un día murió,
La edad de la inocencia ya anuncio.




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Me siento con la satisfacción del deber cumplido. Aunque... espero que sea del agrado del que lo reciba...

Por destacar algo negativo, aún queda esperar a que pase una interminable cuenta atrás...

Aunque a lo mejor no es tan negativo. Puede parecer que no, pero, personalmente, noviembre está teniendo bastantes buenos momentos para recordar. Me alegro por ello, ya que tengo la esperanza de que el año pueda acabar igual de bien que empezó.

Porque en este momento... no sé si soy feliz. Muchas preocupaciones que podía tener meses atrás ya se han disipado, dejando paso a lo realmente importante. Pero aún así... sigue habiendo un torbellino de sentimientos y emociones en mi interior, incapaz de ser explicado con palabras. Y, aunque quisiera explicarlo, tampoco lo he intentado, porque no sé si sería bueno hacerlo.

Que sigo teniendo la sensibilidad a flor de piel es lo único que tengo claro. No soy capaz de leer algunos de los últimos escritos míos sin que se me salte una lágrima. Son muchas las situaciones difíciles a las que me he tenido que enfrentar este año, duras esperas que nunca había afrontado antes e inolvidables desengaños a los que me he tenido que sobreponer... 

En parte es normal que todo ello haya dejado huella, teniendo siempre sus pros y sus contras. Porque prefiero pensar en lo positivo que me ha podido traer cada una de esas situaciones, por muy difíciles que hayan sido...




Por un momento creía que me había muerto y había entrado en el cielo…


(…)


Pero he tenido suerte, porque el cielo ha venido a mí.




#28




...Aún sigue sin ser el momento para hacer inventario y/o balance del año que se está yendo :)

Muchas cosas por ver...

martes, 16 de noviembre de 2010

De envidia la luna lloraba al mirar
como a la estrella la querían más... 


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Por primera vez en mucho tiempo me siento en calma consigo misma. Es una sensación de paz interior muy agradable, que hace que me olvide por un instante del futuro y de todos esos miedos que me pueda traer.

Porque todo tarde o temprano llega... no hay que buscarle mayor explicación. Y es cierto que me falta algo, ese pequeño vacío que en el fondo siempre estuvo ausente. Aunque es maravilloso ver cómo nace un sentimiento, prefiero no darle más importancia de la que en este momento tiene. Porque siento que ahora mismo es cuando tengo realmente lo que ya creía haber encontrado hace mucho. Y es gratificante saber valorar lo que se tiene sin haberlo perdido antes.

Sólo queda una pregunta más por hacer. ¿Qué es lo que yo veo? A veces pienso que me gustaría escuchar también sin ser yo escuchada primero, pero es algo que acabo callándome. No es simple curiosidad, es interés. Sentirme que puedo ser útil como tantas veces lo fueron para mí. Pero supongo que eso es algo que no depende de mí... no hay que buscarle mayor explicación.

Las cosas surgen, no pretendo forzar algo que no se quiera.

Aún así, si lo digo es porque quiero hacerlo. 
Sólo decir que estoy aquí.



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Porque ya no merece la pena mirar atrás. Al mirar hacia adelante es cuando me doy cuenta de que ya no estoy tan sola. Porque realmente nunca lo estuve. Soy feliz si me siento igual que esa luna que crece cada noche en compañía de su inseparable estrella.









Inactivo

lunes, 15 de noviembre de 2010

Estar ausente del mundo es la mejor manera de darse cuenta de lo que ocurre a tu alrededor. Ves lo evidente y aquello que no se ve. Ves pasar el tiempo, olvidándote de su devenir. Actúas de mero espectador, riendo cuando ríen y callando cuando hablan.

Y aunque sé que eso no es sano, hay días que no puedes disimular más y tu comportamiento se vuelve así de extraño. Pero es como si el tiempo se hubiese detenido ante mí, rodeado de miedos. Miedo de fracasar otra vez, de ver mi sombra frente a la brillantez de otros... Y aunque concretamente no hay un motivo aparente para estar así, indirectamente hay muchísimos. Por eso mismo qué más da, no quiero cansar a nadie. 

Unos dicen que hoy mis ojos denotan tristeza, otros... simplemente no dicen nada. Supongo que así ya lo dicen todo.



Mírame, ¿qué ves? 


Hay un muro que se resquebraja por momentos, y son esos mismos momentos los que también le hacen mantenerse todavía en pie.


Pero mírame... no pasa nada.

Recordando

domingo, 14 de noviembre de 2010

Es posible que se sintiera extraña en aquel momento, ese en el que ni ella misma sabía lo que quería hacer. Por muy a gusto que se encontrara en cualquier lugar, algún motivo había rondando en su cabeza el cual no la dejaba tranquila. Teniendo en cuenta los últimos acontecimientos vividos, era comprensible.

Echando la vista atrás se da cuenta de que hay ciertas heridas en su vida a punto de cicatrizar. Pero ellas han hecho mella no solo en su alma, sino en su carácter. Ha demostrado ser una persona fuerte, pero en el fondo ahora es más débil que nunca. No le gusta expresar sus sentimientos, aunque ahora se ahoga en ellos si no lo intenta hacer de cualquier modo. Es indecisa, porque está segura de que no quiere volver a fallar. Se volvió una desconfiada, o más bien, la volvieron. Le costará la vida volver a entregarla a alguien, porque le quitaron la ilusión de hacerlo de nuevo. Se la quitaron gente que, aunque supuestamente estuvieran a su lado tiempo atrás, no las quiere volver a tener en su camino. Porque interiormente la dañaron, aunque exteriormente no le pasase nada. Gente que no es justa... y aunque esa misma injusticia no sea hacia ella, eso ahora mismo no le importa. Se siente más herida cuando la injusticia va hacia quienes más quiere en la vida. Y se derrumba al no poder hacer nada por evitarlo.

Como tiempo atrás… 

Tiempo atrás tampoco pudo hacer nada, quizá por miedo, quizá por estar cegada. Pero ahora, con el paso de los años, se siente impotente. No debía tener ningún miedo, ya que tarde o temprano el tiempo pone a cada uno en su lugar. Ninguno de ellos se merecía tener esa prudencia y consideración que ella derrochaba, fallando así a quién menos se lo merecía. Y es uno de los lastres que arrastra en su vida… una de las dos cosas por las que principalmente se siente muy culpable muchas veces. Sobre todo cuando se dedica a reflexionar frente a su ventana… Porque… ¿qué hubiera pasado si…? Con una mayor determinación, a lo mejor todo hubiera sido distinto, la verdad hubiera salido a la luz mucho antes… o quizá aún todo seguiría enterrado. Y todos felices… (?)

(Si es que pensar nunca fue sano…)

Y ahora, su mejor consuelo es mirar hacia adelante, ver que en un futuro próximo se irá ese sinvivir navideño y que poco después llegará un nuevo año, cargado de viejas y nuevas ilusiones una vez más. Espera compartirlas con muchas personas… aunque, realmente, sólo tiene en mente dos con las que desee eso de verdad. También, espera que ese pesar y esa culpabilidad se vayan rebajando con el paso del tiempo, aunque ahora mismo sigan intactas en ella.

Recien llegada

Tranquila, pero si no me pasa nada - decía escondiendo sus lagrimosos ojos detrás de unas oscuras gafas de sol.


Pensativa y paranoica inicia un ausente viaje, que acabaría demorándose en el tiempo. Insignificantes e intempestivas lágrimas furtivas lo bañan. Y aunque no era molestia, lo que sí sentía era cierta tristeza. Decía pensar no, pero la intentaron influir con un . Un , una idea cuyas palabras la dolieron, aunque sirviera de bien poco sentirse así. Pero no podía hacer nada para remediarlo, salvo seguir callada... o gritar lo que sentía. Y fue ahí cuando una frustración más comenzaba a pisar a la anterior.

Pero no importaba su sentir, ella siempre acaba echándose la culpa, poniendo todo del revés. Así que todo volverá a un aquí no ha pasado nada. Porque, en el fondo, era así.


Total, había llegado a su destino. Allí estaba sentada de nuevo, siempre en estado de espera. Y se tragó las lágrimas lo mejor que pudo. Tenía que hacerlo.



Porque de qué sirve esperar, siempre es mejor decir un adiós.




Presos

jueves, 4 de noviembre de 2010

Presa de quién quiere ir más allá y sólo encuentra sus propias rejas.
Presos por quién sabe qué castigo, en una cruel cárcel de silencios sin sentido...

Tras ellas, una soleada tierra alhambrada, casi propia. Más allá, su añorado origen. Y sobre ellas, el presente. 

Pero cuando las rejas no logran distinguirse de la oscuridad de la noche, en el cielo sólo destaca el brillo de una estrella... Una estrella que cada noche la observa, aunque no sabe quién es observada por quién. 

En el fondo, se siente desprotegida al llegar el día, cuando desaparece esa estrella... 




...Y amanece.

Como si fuese el fin de un abrazo eterno.




Pero tranquila, que esta noche volverá a brillar con más fuerza...

Desconocido

Añoraba muchas veces este momento, el estar sola delante de esta ventana, dentro de esta habitación, testigo de tantos momentos vividos.
Pero ahora había algo que había cambiado. Ya no soy la misma niña alocada que llegó hace un año con ganas de comerse el mundo, mundo que cuando me necesitaba, allí estaba la primera. Sin falta. 
Sin embargo, esa ilusión de hacerlo todo por primera vez había desaparecido. Ya nada sería lo mismo, de esa locura iba quedando cada vez menos. Y cada vez, menos sentido le encuentro a todo...
Escribo con el ánimo por los suelos, escribo mientras mis oídos estallan oyendo una triste canción, escribo mientras inundo de lágrimas mi jaula, como cada noche sin saber por qué, y escribo porque es mi único consuelo. Escribo donde sé que apenas nadie lo leerá si no aviso con anterioridad. De todas formas, una de las dos personas que mejor me entendería soy yo misma, y ni eso consigo. Simplemente escribo. Yo. Soy yo la que simplemente escribe. Porque hoy no busco que alguien se identifique conmigo, eso es imposible. Por todo ello, hoy dejaré de hablar en tercera persona... 

Siento que la noche es lo único que me hace sacar lo que llevo dentro, y que la luz del día es quién se encarga de cegar mi frustración. Mi frustración por no entender nada, por sorprenderme cada vez más de mí misma. Es un sentimiento extraño, es fuerte y a la vez es dependiente. Sufre los altibajos de su dueña. Es simple pero complejo. No es un sentimiento común, va más allá de lo normal, pero nunca llegaría a lo ya posiblemente sospechado por el lector. Cierto es que me queman ciertos momentos, y el no poder hablar me ahoga lentamente. Por miedo a perder algo que no sabría definir fácilmente.

Y es que son ya muchos frentes son los que se cruzan en mi camino, cada cual con más fuerza. Fuerza inversamente proporcional a la mía, cada vez más desgastada con el paso de los días. Al menos veo que a mi alrededor todo va bien, que lo peor ya ha pasado. Pero en mí no sé lo que va mal, porque tampoco sé qué marcha bien.
Sé que por esperar, desespero. Porque cuando doy, poco recibo. Porque si recibo, ha sido pedido. Y, al margen y por encima de todo, ni quiero ni sería justa reprochando algo que sólo me incumbe a mí, porque sufriría doblemente teniendo esa actitud. Pero nadie ve mis lágrimas ni nadie ve, afortunadamente, que lo paso mal. Porque no sé a quién acudir, porque todos están lejos aun posiblemente estando cerca. Porque, por suerte, tienen su vida, con mejores cosas que hacer y con mejores e interesantes personas con quien estar, con quien conversar o con quien compartir. Porque tienen sus asuntos, su espacio, su ambiente, y yo no pertenezco a nada. Y por ello sé que mi ubicación únicamente está conmigo misma en esta habitación. 






____

Prefiero no ser yo para así conseguir lo que siempre esperé siendo yo.


Déjà vu.
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Porque desde siempre he estado sola, de una u otra forma. Si echo la vista atrás… Desde esos recreos en los que mi única distracción era pararme a ver cómo jugaban los críos o, en el peor de los casos, cómo esconderme de quiénes querían buscarme y no precisamente para jugar, hasta esos días en los que me empezaba a rodear de gente que estaba dispuesta a conocerme, aprendiendo qué era eso que se llamaba amistad. Qué irónico, ahora que probé la compañía no quiero separarme de ella. Irónico porque muchas personas ya se alejaron en su día y no han vuelto. Porque otras pocas he decidido que se alejaran. Porque otras… otras siempre estuvieron ahí y aún no comprendo por qué se fueron… Porque, aunque no se note de forma inmediata, todo deja huella tarde o temprano, y las penas duelen conforme echas la vista atrás. Como dice la persona que más me querrá en el mundo, de como hagas tu presente, así vivirás tu futuro. 
Mi presente es insustancial, sólo se aferra a un millón de folios con apuntes, escritos con una letra a la que tiempo atrás algunos tildaron de preciosa. ¿Pero de qué me vale? Ahora se queda triste si no es capaz de escribir algo al margen de esa realidad. Como su dueña. 
Es por ello que ahora ensayo, con bolígrafo y papel, cómo sería escribir los versos más bonitos y cuidadosamente escogidos a una persona que sólo ves perfecta en tu imaginación, por la que darías todo sin darte cuenta, y de la que nunca esperarías nada a cambio, aunque ello te doliese como una puñalada mortal.


¿No ves mi derrota?


No importa. A mí me quedan aún tantos agujeros en el alma que están sin cerrar, que no notaría ya el recibir un sinfín de puñaladas. Tantos como mis infinitas lágrimas. (…) Claro, ahora lo entiendo todo. Ya decía yo que había mucha humedad por el ambiente...



(...)

Por hoy, voy a cerrar mi libreta, voy a dejar de escribir. Voy a dormir, a olvidarme de lo escrito aquí… hasta que el mañana traiga de nuevo su atardecer

Pequeño inventario

lunes, 1 de noviembre de 2010

1 de noviembre. Echando la vista atrás se da cuenta de que un año más se acaba para ella, y que por delante le queda una de sus épocas favoritas del año. Aunque cada vez lo sea menos... 

Noviembre siempre fue un mes que le gustó, aunque éste no tuviera exactamente algo concreto para recordar. Ojalá 2010 sea el año que rompa esa racha.
Espera que así sea, tiene muchas expectativas... y, en el fondo, ése es su peor error. No puede dejar de vivir lo que ocurra ahora por estar pensando en lo que quiere que ocurra mañana. Y si no cambia su manera de ver las cosas, se va a perder los más grandiosos instantes de felicidad.

El problema es que por más que busca su sitio, no logra ubicarse en esos instantes. Es toda una suerte aquellos que encuentran su espacio, su propio grupo de gente y que comparten un mismo ambiente. Ella nunca lo tuvo, y si lo tuvo, con el tiempo se acabó rompiendo. 

Ahora ve a tanta gente a su alrededor que comparte un mismo interés o una simple ilusión que se muestra algo nostálgica por ello, aunque en su interior no puede evitar alegrarse.

Porque aunque eso no estuviera hecho para ella, aunque ella no tuviera nada especial que ofrecer ni que compartir, no se rinde. No pierde la esperanza de encontrar su sitio.

Muchos son los acontecimientos que han pasado en su vida los que ya la hubieran hecho desistir, muchas son las gotas que últimamente están colmando su vaso. Vaso que aunque esté casi lleno, no evitará pensar en lo que le falta por llenarse. Y es verdad que intenta por todos los medios animarse, levantarse y volver a tropezar si hace falta. Pero duda si tendrá manos a las que agarrarse luego. Porque, hasta ahora, la han dado motivos para dudar, pero porque duda de todo menos de una cosa. Porque cada día la inunda más desconfianza, pero no puede evitar confiar ciegamente a la mínima. Porque tiene una necesidad escondida, una ilusión que quisiera tener presente, pero que día a día la distancia va matando lentamente (es lo mejor, sería un caso excepcional de incineración). Porque busca algo a lo que aferrarse, pero no sabe si ese algo se aferraría a ella. 
Porque necesita un abrazo en los momentos más insospechados, pero siempre se busca una excusa para aplazarlo. 
Pero no importa o, al menos, se autoconvence de ello. Qué más da, prefiere pensar que es ella la loca, la equivocada, la que busca consuelo sin tener por qué, la que llora sin que ocurra algo grave. Pero le sigue dando igual. No espera cambiar, simplemente porque ya no puede, es parte de ella. Pero siempre queda mejorar, intentar superarse.

Porque tiene una espinita, porque lo siente. Porque siente su incoherente comportamiento a veces. Sus gritos desesperados de auxilio aún yacen en silencio, en espera de algún que otro arranque de sinceridad. Pero mientras, intentará ser más coherente con sus actos, moderará sus gritos más insustanciales y no dirá negro cuando está pensando blanco.


Simplemente, dirá que lo siente.






Porque ayer, 32 de octubre, le hizo una promesa.






Lo siento.

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