Cada vez se me hace más cuesta arriba vivir entre cuatro paredes, cuyas dimensiones apenas sobrepasarán los 15 metros cuadrados... Será porque mi ilusión a veces es tan grande que todo lo demás se le acaba quedando pequeño. Asomándome a la ventana consigo descubrir que hay algo más, que existen oportunidades que aprovechar. Todas están ahí fuera.
Y me voy. Aunque todo se va al traste al anochecer, cuando vuelvo a mi realidad, a estas cuatro paredes. Es mi peor momento del día, y no sólo por volver a pasar frío esperando a un mismo autobús, en el que me volveré a sentar en el mismo asiento de siempre.
Pero sé qué me espera al día siguiente... y sé que, pase lo que pase, en mi cielo volverá a amanecer.
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