La vida me ha enseñado a que nada es para siempre. Y si hay algo que lo sea, es posible que no lo sepa nunca.
Porque, a cada paso, consigo alejarme de lo que me rodea. Inconscientemente todo cambia para mí. Pero, en el fondo, todo sigue igual en mí. Sigo volcando mis ilusiones en todo aquello que creo, pero lo triste es ver que tarde o temprano acabo siendo la desilusionada. No sé si duele tanto como cansa, pero se trata de algo que no depende de mí.
A veces intento cambiar, a veces soy fría porque siendo como fui finalmente conseguí ilusiones efímeras. A veces quisiera no pensar en el pasado ni en sus recuerdos, pero si ahora mismo estoy aquí es gracias a ellos. Y a veces... a veces me gustaría ser más fuerte, aunque con ser más insensible me conformaría.
Y con ésto no pretendo que se comprenda a una mente como la mía... una mente que, en mi estado actual, se tranquiliza con una simple muestra de cariño, una relevante tontería que se encargue de paliar mi relativa soledad.
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