Hoy todo vuelve a apagarse, a ser como otras veces. Y es que hay algo en mí que no se va, hay una continua decepción en mente que no sé cómo soltarla. Al igual que una pequeña llama que cada vez se hace más viva e intensa, alimentada día a día a base de palabras más que sentidas y que no salen y de otros hechos que tampoco surgen.
No sé qué hacer conmigo. Será que me asusta el pensar que por una vez hasta ahora pueda ir todo sobre ruedas. Pero mientras... es un continuo debate interno. Una constante lucha entre lo que quiero, lo que hago, lo que no sé y lo que debería hacer. Porque es cierto que siento, siento cosas a la menor aproximación. Aunque es tal mi torpeza que, con suma facilidad, caigo en el error, pero arrepintiéndome poco después por ello.
No sé a qué se debe, pero siento cierta pesadumbre en noches como esta. Se entremezclan soledad, pesimismo e inseguridad a grandes dosis, a veces sin sentido.
Echo en falta dormir una noche sin preocuparme de que mañana me esperará un día peor que hoy. Para cualquiera sólo serán palabras, pero necesito oír un aquí estaréque suene obvio, tan obvio como que yo lo estaré. Un confío en ti que no suene a decepción, y que logre sonar en serio. Y un te quiero que logre asustarme, de la misma forma en la que me asusto cuando se me eriza la piel cada cierto tiempo. Lo necesito. Tanto o más como el que estés aquí en este instante.
Porque los muros de esta casa se resquebrajan poco a poco, con la más mínima grieta, aunque su fachada se distinga perfecta e intacta. Algo que no evita que en su interior se vuelva insegura e inestable...
Porque por muy perfeccionista que llegue a ser, no hay nada totalmente perfecto, y menos si hablamos de mí. Tengo más miedos que huesos puedan haber en mi cuerpo, y muchas decepciones en mi camino que quisiera evitar. Y no a mí misma, sino a aquellos poquitos que rondan a mi alrededor. Por ellos, lo siento; lo siento si alguna vez no fue así. Porque ahora sé lo que se siente al no estar sola, y no quisiera volver a perder la batalla.
El porvenir es demasiado largo como para aventurarse a ser dramático, pero esta monotonía, baches y zancadillas que intento esquivar continuamente hacen que me sienta sin fuerzas, sin saber qué hacer a cada momento o sin poder dar salida a algo nuevo.
Porque aún no sé si he llegado hasta aquí demasiado pronto o demasiado tarde...
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