Un mes menos

miércoles, 2 de febrero de 2011

Tal día como hoy, hace un mes, tenía en mente varios propósitos, creyendo que no serían muy difíciles de cumplir. Por desgracia, aunque ellos sigan estando ahí, mi carácter sigue siendo el mismo. A duras penas logro quitarme el lastre de la inseguridad, de la impaciencia o de mis altibajos. Pero no lo consigo.

Puede que, en el fondo, sí sea algo más fuerte, que los varapalos que a veces da la vida sirvieran para algo. Al menos, en algunas cosas sí. Si me ahogo, voy tardando menos en salir a flote. Hay canciones que ya puedo oír y que en su día me afectaban, o también ya me atrevo a leer todo aquello que hace meses me veía incapaz. Aunque luego pienso que de qué me sirve, si estoy segura de que, si volviera a vivirlo, si volviera a ocurrir, todo lo sentiría tal cual lo sentí... todo me afectaría tal cual me afectó. Porque si lo viví, fue porque valió la pena.

Pero todo deja huella, y yo sigo marcada. Dicen que con los años todo pasa, todo se olvida… pero siento cada año que todo sigue vivo. A veces incluso creo que los años para mí pasan en balde, que en muchos aspectos no evoluciono, que hay momentos en los que me anclo en mis defectos y sólo las lágrimas son las que amablemente me acompañan en ese anclaje. Fruto de mis cicatrices, no sé si mi inseguridad se ha hecho más patente. Dudo de mí, de mi sombra y de todo aquello que ellas pudieran conseguir. El mínimo error me afecta, de la más mínima simpleza puedo armar toda una teoría. No gano nada con ello, pero es que simplemente soy una persona complicada, cuya sensibilidad puede cansar al menos común de los mortales. Alguien que se pierde con facilidad en cualquiera de sus sueños, quien sabe si por sus miedos autoimpuestos o por ya venir asustadiza de fábrica. Impaciente, ilógica, perseverante… todas ellas inversamente proporcionales entre sí.

Y sé que no vale la pena pensar, que lo pasado ahí queda y los defectos ahí están… pero como ya ha quedado reflejado, mi vena pesimista no puede evitar salir a la luz día sí, día no. Esa misma me hace estar en stand by cuando menos me lo espero, o con un estado de ánimo… que mejor sería no describir. Puede que sí encuentre la causa, pero no el remedio. 

Las horas pasan, veloces, tanto que ni me da tiempo a encontrar una razón lógica para explicar mi vida actual. Supongo que es la que decidí llevar desde que llevo las riendas, aunque siguen habiendo cosas que pulir, entre ellas yo misma. Pero de momento qué le voy a hacer, habría tanto que perfeccionar que es la pereza la que acaba venciendo...






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