Sin título

sábado, 26 de febrero de 2011

A veces no es posible explicar ciertas circunstancias o ciertos sentimientos a través de la razón. ¿Cómo explicar que, por mucho que trate de ser 'perfecta', me siento una verdadera inútil? ¿Qué hacer para pensar con frialdad? ¿Qué hacer para que lo insignificante no duela?

Me desarmo, tropiezo hasta caerme y no levanto hasta nuevo aviso. Y todo por nada. Por disimular lo evidente, por negar lo innegable. 

Qué hacer, si de todas formas lo mío es irracional. Aún debilitándome sigo fabricando fantasmas de todo aquello que no entiendo, de todo silencio compartido, de toda persona indolente, de todo hecho inesperado.

Con esa actitud, tibia e impasible, no se llega muy lejos. Aunque no sepa qué decir, ni qué hacer, siempre intentaré hacer el menor daño posible, sobre todo a aquel que muestre interés por saber de mí. A veces, es mejor dejarme ausente para así no preocupar a nadie, no se llevará una decepción de mi parte. 

Cuando logro levantarme, es cuando consigo pensar con algo de frialdad... esa misma que hubiera necesitado previamente para no hacer ningún daño. Ahí es cuando veo que sigo siendo la misma reina de los idiotas de siempre. La que luego pide perdón sin importar otra cosa, con el riesgo de que pudiera ser ya tarde. La que siempre hace una misma y deseada pregunta y no se cansa de oír una misma y deseada respuesta. Por miedo, por inseguridad, por necesidad…

Porque todo se reduce a un único todo, algo que se fortalece y se acelera sin yo planearlo. Una sensación de plenitud inmensa y a la vez tan breve. Quisiera, por ello, intentar cambiar todo lo anterior, porque todos esos pensamientos contrastan con esos instantes de felicidad… Y parece paradójico tocar el cielo tras haber descendido a los infiernos. Es una lástima que esos instantes sean tan efímeros, aunque es sorprendente que su recuerdo se mantenga eterno.

Versión extendida

sábado, 12 de febrero de 2011

Hoy todo vuelve a apagarse, a ser como otras veces. Y es que hay algo en mí que no se va, hay una continua decepción en mente que no sé cómo soltarla. Al igual que una pequeña llama que cada vez se hace más viva e intensa, alimentada día a día a base de palabras más que sentidas y que no salen y de otros hechos que tampoco surgen.

No sé qué hacer conmigo. Será que me asusta el pensar que por una vez hasta ahora pueda ir todo sobre ruedas. Pero mientras... es un continuo debate interno. Una constante lucha entre lo que quiero, lo que hago, lo que no sé y lo que debería hacer. Porque es cierto que siento, siento cosas a la menor aproximación. Aunque es tal mi torpeza que, con suma facilidad, caigo en el error, pero arrepintiéndome poco después por ello. 

No sé a qué se debe, pero siento cierta pesadumbre en noches como esta. Se entremezclan soledad, pesimismo e inseguridad a grandes dosis, a veces sin sentido.
Echo en falta dormir una noche sin preocuparme de que mañana me esperará un día peor que hoy. Para cualquiera sólo serán palabras, pero necesito oír un aquí estaréque suene obvio, tan obvio como que yo lo estaré. Un confío en ti que no suene a decepción, y que logre sonar en serio. Y un te quiero que logre asustarme, de la misma forma en la que me asusto cuando se me eriza la piel cada cierto tiempo. Lo necesito. Tanto o más como el que estés aquí en este instante.


Porque los muros de esta casa se resquebrajan poco a poco, con la más mínima grieta, aunque su fachada se distinga perfecta e intacta. Algo que no evita que en su interior se vuelva insegura e inestable... 
Porque por muy perfeccionista que llegue a ser, no hay nada totalmente perfecto, y menos si hablamos de mí. Tengo más miedos que huesos puedan haber en mi cuerpo, y muchas decepciones en mi camino que quisiera evitar. Y no a mí misma, sino a aquellos poquitos que rondan a mi alrededor. Por ellos, lo siento; lo siento si alguna vez no fue así. Porque ahora sé lo que se siente al no estar sola, y no quisiera volver a perder la batalla.

El porvenir es demasiado largo como para aventurarse a ser dramático, pero esta monotonía, baches y zancadillas que intento esquivar continuamente hacen que me sienta sin fuerzas, sin saber qué hacer a cada momento o sin poder dar salida a algo nuevo.

Porque aún no sé si he llegado hasta aquí demasiado pronto o demasiado tarde..
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Resquebrajándose

jueves, 10 de febrero de 2011

El mundo no se acabará mientras yo no quiera que se acabe. Necesito aferrarme a un clavo ardiendo con tal de ver la luz, con tal de ver una salida en este callejón del que a veces no puedo escapar.
Quiero no sentir ese intenso dolor cada vez que parpadeo, mientras unas furtivas lágrimas aún luchan por derramarse. Ni tampoco sentir esa decepción agarrándome el pecho.
Echo en falta dormir una noche sin preocuparme de que mañana me esperará un día peor que hoy. Para cualquiera sólo serán palabras, pero necesito oír un aquí estaré que suene obvio. Un confío en ti que no suene a decepción. Y un te quiero que logre asustarme. Lo necesito. Tanto o más como el que estés aquí en este instante.




Porque los muros de esta casa se resquebrajan poco a poco, con la más mínima grieta, aunque su fachada se distinga perfecta e intacta. Algo que no evita que en su interior se vuelva insegura e inestable... 
Porque por muy perfeccionista que llegue a ser, no hay nada totalmente perfecto, y menos si hablamos de mí. Tengo más miedos que huesos puedan haber en mi cuerpo, y muchas decepciones en mi camino que quisiera evitar. Y no a mí misma, sino a aquellos poquitos que rondan a mi alrededor. Por ellos, lo siento; lo siento si alguna vez no fue así. Porque ahora sé lo que se siente al no estar sola, y no quisiera volver a perder la batalla.

Inconsolable

miércoles, 9 de febrero de 2011

Era una fría noche en la que una solitaria estrella no paraba de llorar. Por muchas estrellas que esa noche existieran en el firmamento, a veces sólo es una la que inexplicablemente se hace destacar, aquella que logra ser especial por encima del resto. En la inmensidad de la noche, por muy oscura que ésta sea, siempre hay lugar para su brillo, para su belleza. Para ella. 
Y aunque la luna la observase pensativa, ella vagaba sin buscar consuelo… y todo, por miedo a encontrarlo.



Hoy

martes, 8 de febrero de 2011



Hoy, no supe qué hacer para dejar de llorar. Y en realidad no me siento triste, aunque tampoco radiante de felicidad. Sentí que toda mi inseguridad, mi duda y mi miedo seguían ahí. Era una sensación extraña, pero simplemente pensando en todos los contras que ahora mismo tiene mi vida, sumado a una serie de cinematográficas desdichas, mi ánimo se desmorona. Aunque sin buscar consuelo… por miedo a encontrarlo. 

Hoy, es día 7. Un día simbólico, pero poco más. Como tantos otros hasta ahora, pero sin nada claro que recordar. Hace un año me encontraba pidiendo que ojalá llegara pronto un sábado, 20 de febrero, en el que por fin sería libre… sin saber que entonces me esperaría una bonita e interminable condena. Fue ese año cuando aprendí que había que tener cuidado con aquello que se desea, algo en lo que nunca me había parado a pensar. Siempre deseé lo que no tuve, sufrí por aquellos que, con el tiempo, me demostraron no valer la pena, anhelé que llegaran días y más que lograran sacarme de mi rutina... y unos cuantos hechos más que luego quedaron en nada. Y nunca me preocupé por ello.

Hoy, es entonces cuando me doy cuenta de que nos pasamos la vida esperando que sucedan cosas, que lleguen días, que nos ocurran milagros. Sin darnos cuenta de que poco a poco, esa espera nos arrebata el tiempo que tenemos. Ahora mismo, mi tiempo se resume en contemplar un bello atardecer, pero la espera inminente es la de volver a mi guarida.

Hoy, me estoy agobiando sin necesidad, como he estado demostrando ahí arriba. Si realmente fuera capaz de llevar las riendas de mi vida… quisiera ser tan fuerte como en realidad aparento, pero casi nunca es así, y he aquí el resultado.

Hoy, a las 18:56, lo mejor será escapar. Mientras, en mi cabeza retumba no sé qué hacer con mi vida.


Ángel V

jueves, 3 de febrero de 2011


'Cuando ese alguien escribe sus emociones, sus sinsalidas, sus errores, sus preocupaciones... Cuando no ve salida, cree que nadie más la comprenderá...
En ese momento, quieres tocar a su cristal, romper en mil pedazos las desilusiones para mostrarle que son piezas de nuevas ilusiones.
En ese momento, quieres agarrarla de la mano y lanzarla a volar por encima de todas esas nubes, para que vea que detrás el cielo sigue iluminado por el sol y que miles de estrellas siguen esperando su visita.
En ese momento, quieres responderle diciéndole que es mentira, que su vida no se acaba donde terminan sus sueños convertidos en pesadillas. Que la vida sigue y que no se puede hundir en el fango de la soledad, ese fango que la impregna del rancio aroma de las risas apagadas, de las intenciones inintencionadas. Que por mucho que se mueve, no puede salir, porque sus palabras la vuelven a empujar hacia dentro. No se da cuenta de que se rinde y que, cuanto más cae, más difícil es tejer la cuerda para traerla de vuelta.
Piensa en que todo va a volver a pasar, piensa sólo en el "no" como respuesta. Porque esa persona se cree desdichada y no sé cómo arrancarle una nueva sonrisa sin que su "estoy bien" me suene engañoso. ¿Cuándo se dará cuenta de que no necesita éso para ser feliz? De que... la vida es muy larga para preocuparse de noes y de síes... Y que me gustaría repasar el abecedario sin que cada letra sea un suspiro apagado en nuestra conversación.

No quiero que finjas que no pasa nada. Quiero que consigas ser feliz.'


13.10.10


Gracias. Por esto, por eso, por todo.

Un mes menos

miércoles, 2 de febrero de 2011

Tal día como hoy, hace un mes, tenía en mente varios propósitos, creyendo que no serían muy difíciles de cumplir. Por desgracia, aunque ellos sigan estando ahí, mi carácter sigue siendo el mismo. A duras penas logro quitarme el lastre de la inseguridad, de la impaciencia o de mis altibajos. Pero no lo consigo.

Puede que, en el fondo, sí sea algo más fuerte, que los varapalos que a veces da la vida sirvieran para algo. Al menos, en algunas cosas sí. Si me ahogo, voy tardando menos en salir a flote. Hay canciones que ya puedo oír y que en su día me afectaban, o también ya me atrevo a leer todo aquello que hace meses me veía incapaz. Aunque luego pienso que de qué me sirve, si estoy segura de que, si volviera a vivirlo, si volviera a ocurrir, todo lo sentiría tal cual lo sentí... todo me afectaría tal cual me afectó. Porque si lo viví, fue porque valió la pena.

Pero todo deja huella, y yo sigo marcada. Dicen que con los años todo pasa, todo se olvida… pero siento cada año que todo sigue vivo. A veces incluso creo que los años para mí pasan en balde, que en muchos aspectos no evoluciono, que hay momentos en los que me anclo en mis defectos y sólo las lágrimas son las que amablemente me acompañan en ese anclaje. Fruto de mis cicatrices, no sé si mi inseguridad se ha hecho más patente. Dudo de mí, de mi sombra y de todo aquello que ellas pudieran conseguir. El mínimo error me afecta, de la más mínima simpleza puedo armar toda una teoría. No gano nada con ello, pero es que simplemente soy una persona complicada, cuya sensibilidad puede cansar al menos común de los mortales. Alguien que se pierde con facilidad en cualquiera de sus sueños, quien sabe si por sus miedos autoimpuestos o por ya venir asustadiza de fábrica. Impaciente, ilógica, perseverante… todas ellas inversamente proporcionales entre sí.

Y sé que no vale la pena pensar, que lo pasado ahí queda y los defectos ahí están… pero como ya ha quedado reflejado, mi vena pesimista no puede evitar salir a la luz día sí, día no. Esa misma me hace estar en stand by cuando menos me lo espero, o con un estado de ánimo… que mejor sería no describir. Puede que sí encuentre la causa, pero no el remedio. 

Las horas pasan, veloces, tanto que ni me da tiempo a encontrar una razón lógica para explicar mi vida actual. Supongo que es la que decidí llevar desde que llevo las riendas, aunque siguen habiendo cosas que pulir, entre ellas yo misma. Pero de momento qué le voy a hacer, habría tanto que perfeccionar que es la pereza la que acaba venciendo...






Ángel IV

martes, 1 de febrero de 2011

31 de enero… el calendario me dice que hoy tengo que felicitar a esa persona que, año tras año, se ha ido colando en mi corazón, haciéndose imprescindible poco a poco en mi vida. También sería lo suyo decirle lo mucho que la quiero y recordarle lo importante que es para mí, que nunca está de más.

Pero espero que ya sepas que esa persona eres tú, y que hoy no me hace falta que sea 31 para repetirte todo eso. Porque te quiero todos los días del año, incluso los 31 de febrero o los 32 de octubre, mucho más de lo que unas simples palabras como las mías puedan expresar.

¿Qué sientes al tener un año más encima? Supongo que tener uno más, uno menos, al abuelo no se le notará demasiado xD Eso sí, me has alcanzado, aunque sea por poco tiempo… Llevamos ya unos cuantos años viviendo juntos nuestros cumpleaños, y, aunque unos hayan sido en mejores circunstancias que otros, siempre hemos estado ahí. Pero aún así, deseo que sea el principio de muchos cumpleaños que todavía nos quedan por compartir.

Sólo espero que consigas alcanzar todas tus metas y cumplir todos tus sueños inmediatos, porque estoy segura de que este 2011 puede llegar a ser un gran año. Ya nos tocaba, y espero poner mi granito de arena para que así sea.

Puede parecer una tontería, pero quisiera agradecerte que hayas seguido siendo el mismo todo este tiempo. Este segundo año para mí aquí en Granada se me hubiera hecho mucho más duro de no haber sido por ti. Porque aunque todo se va al traste al anochecer, cuando vuelvo a mi realidad de estas cuatro paredes, siempre me quedará descolgar un teléfono o ver si estás al otro lado de la pantalla.


Y ahora que ya sabes demasiado, y que puede ser peor... no te vayas de mi lado.


Qué más decirte en una ocasión como ésta que no te haya dicho ya… son cientos los recuerdos que tengo contigo, y siento que eres la persona con la que más he compartido y la que mejor me conoce. Por esa misma razón, siento si hay veces en las que te saco de quicio o en las que no entiendes mi comportamiento. Perdóname por todas ellas, si ha sido así es porque contigo es con quien realmente soy yo misma… aunque sea alguien complicada y, en millones de ocasiones, más que rara xD.


Lo siento. Cada vez que regreso a ti, cada vez que te pienso, no te merezco…


Agradezco tu espera, y es por eso que espero que las ilusiones compartidas de hoy día no sean efímeras mañana. Por mi parte no lo será.
Y ganar así el pulso al miedo a equivocarnos.


Si te cabe el cielo en un abrazo, siempre habrá una estrella para ti… Si catorce vidas son dos gatos, aún queda mucho por vivir…




Feliz cumpleaños ^^

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