Con la mirada perdida en el infinito. Sola entre la multitud, oyendo palabras que cree venir hacia ella. Presta atención, pero poco después vuelve a perderse. Nada que la distraiga, o al menos eso aparenta. Vuelve a la realidad, a su realidad. A veces el silencio la ahoga, e intenta salir a flote esperando obtener éxito. Pero, ¿quién la escucharía? Suponía para sí misma que sus problemas no son lo bastante importantes, que ella en sí sería una carga para quien la escuchara. Pero en el fondo se moría de ganas por que alguien le preguntara ¿cómo estás?, algo que traería consigo su automático no pasa nada, desviando la mirada. ¿Por qué? Porque ella misma es solamente una pura contradicción.
Puede que el tiempo no la haya tratado del todo mal, pero ella siempre se limitaba a decir que nunca la había tratado bien. Recuerdo tras recuerdo, desengaño tras desengaño, alegría tras alegría, había aprendido a aceptarse a sí misma. Pero no a quererse. Algo que no podía cambiar fácilmente, ya que siempre ha tenido las ideas muy claras.
Cada vez que podía, inevitablemente se acababa refugiando en lo de siempre... en intercambiar palabras a través de una pantalla. Con su fiel aliada, su compañera de batallas; con su ángel de la guarda, su voz de la conciencia.
Y ahí seguía ella… mirando a través del cristal cómo todo se movía ante ella. Sigo siendo la misma, sólo ese pensamiento le rondaba por la cabeza. Y flashes, muchos flashes. Y ganas de un abrazo... un fuerte y sincero abrazo.
Vive todo con demasiada intensidad, para intentar aprovechar el momento, y es por eso que siente todo lo que ocurre a flor de piel. Si algo falla a su alrededor, algo en ella también lo hará. Simple perfeccionismo.
Para bien o para mal, seguía siendo la misma que años atrás, salvo que cada vez se iba aficionando más a coleccionar recuerdos por cada segundo que pasaba.
Puede que el tiempo no la haya tratado del todo mal, pero ella siempre se limitaba a decir que nunca la había tratado bien. Recuerdo tras recuerdo, desengaño tras desengaño, alegría tras alegría, había aprendido a aceptarse a sí misma. Pero no a quererse. Algo que no podía cambiar fácilmente, ya que siempre ha tenido las ideas muy claras.
Cada vez que podía, inevitablemente se acababa refugiando en lo de siempre... en intercambiar palabras a través de una pantalla. Con su fiel aliada, su compañera de batallas; con su ángel de la guarda, su voz de la conciencia.
Y ahí seguía ella… mirando a través del cristal cómo todo se movía ante ella. Sigo siendo la misma, sólo ese pensamiento le rondaba por la cabeza. Y flashes, muchos flashes. Y ganas de un abrazo... un fuerte y sincero abrazo.
Vive todo con demasiada intensidad, para intentar aprovechar el momento, y es por eso que siente todo lo que ocurre a flor de piel. Si algo falla a su alrededor, algo en ella también lo hará. Simple perfeccionismo.
Para bien o para mal, seguía siendo la misma que años atrás, salvo que cada vez se iba aficionando más a coleccionar recuerdos por cada segundo que pasaba.
1 comentario:
Que Bonito!!!!!!!
xxxx
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