Terriblemente acabó. Sin fuerzas. Escribe... pero con desgana. Decepción. Puñalada. Falsedad. Fin... Son las palabras que nublan su mente.
Una parte de ella no le quiere dar más importancia de la que tiene, que es nula... pero otra... la otra parte está ya rota de tanta decepción. Esa parte está hundida, sin saber qué hacer para levantar el vuelo.
Es de noche, y eso le recuerda que apenas durmió la noche anterior. Lloró, se desahogó... y mientras pasaban las horas, volvió a llorar. Sin motivo aparente. Aunque sólo ella sabía que su orgullo estaba herido, que su autoestima estaba pisoteada. Que sus inseguridades estaban fundadas.
Rabia contenida. Falsas etiquetas... como en toda su vida. Desgraciadamente.
Vio amanecer como tantas otras veces, pero hace mucho que no recuerda uno feliz. Si alguna vez lo hubo.
¿Y de qué le iba a valer tanta lágrima? Eso no le haría sentir mejor... aunque no podía evitarlo. Era su única forma de desahogarse. Quería hacerlo sola... es a ella a quien afecta. Es ella quien no quiere que nadie la vea llorar ni que la vea sufrir. Teme la incomprensión, que se amarguen por ella. No lo aguantaría.
Existe un halo de luz a lo lejos. Con él, quiere marcar un antes y un después... pero siente que no puede. Porque en el fondo, en su corazón, nunca lo olvidó. Siempre pensó en él, en mayor o menor medida, aunque quisiera negárselo. No sólo a sí misma. Pero es algo que la está matando lentamente, una persona no puede vivir aferrada a esperanzas pasajeras ni a base de desengaños continuos.
Ahora sólo quiere marcharse lejos, ver la luz. Cambiar su vida. Seguir delante borrando recuerdos... Coleccionando nuevos.
Y renacer.
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