Miro a través de las rejas para contemplar lo cerca que estás, sin que tú puedas verme completamente, sin que puedas ver el terror en mis ojos...
¿Por qué hay cosas que se adueñan de tu cuerpo, de tu ser, sin tú haberles dejado entrar en tu vida? Encima se permiten el lujo de transformarte, llevarse lo que hasta ahora te hacía feliz, y alejarte de ti mismo, de como habías sido hasta ahora.
Me parece injusto tener que perder cosas por algo que tú no has pedido que resida en ti, algo que no sabes como echar.
Un día inesperado llama a tu puerta y te dice que viene dispuesto a hacerte insoportable la vida por una temporada. No lo aceptas, no lo quieres, pero te acaba manipulando. Y cuanto más quieres cerrar la puerta, con más fuerza consigue abrirla, haciéndote aún más daño. Según pasa el tiempo se empeña en conseguir que te rindas para echarte y quedarse con todo lo tuyo. Entras en la fase de reconocer qué pasa. Pero tú luchas, con todas tus fuerzas empujas esa puerta para conseguir cerrarla, y dejarla fuera.
Por fín parece que lo has conseguido y poco a poco irás reparando esas visagras deformadas, echando candados. Pero, ¿acaso olvidaste que viene con un taladro bajo el brazo? De nuevo aparece, tras un tiempo que fue un siglo, haciendo nuevos agujeros en tu puerta por los que absorberte.
Sobran agujeros, y a ti te falta material con el que taparlos.
¿Por qué me persigues? Era feliz sin ti y sin conocerte. No eres bienvenida, ni creo que lo seas en nadie.
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