Extraños días

sábado, 10 de enero de 2009

Aquí estamos, volviendo a la rutina. Una rutina de momento un tanto extraña, me voy sintiendo cada vez mejor en este nuevo ambiente. Pero, como decía, a la vez me encuentro extraña, con algo de vacío.




No está bien que me queje, sobre todo estrenando un año que ha comenzado extraordinariamente bien en varios sentidos. Pero ya se sabe, la felicidad plena es casi imposible de sentir.



Me duele, me molesta, me fastidia, me indigna...[llámalo X] pensar ciento y un suposiciones para alguien que seguramente estará tan campante en una semana tan alargada como esta; buscar por mi alrededor algo rojo de cuatro ruedas; haber tenido la más mínima y remota esperanza esperando una simple y a la vez tan grande respuesta; que se me acelere el corazón cada vez que me hablen de una chorrada suya; haber creído que este miércoles acabaría la espera; en definitiva, estar aquí escribiendo echándote de menos.



Todo eso lo odio, no por él, sino por su ignorancia.





Y no, no quiero ser cansina, porque hay personas que no paran de hablar de otros sin motivo aparente y encima hiriendo. Eso sí que es cansino.

Pero ya que no es plan de hablarlo con plena libertad, no me queda otro medio. No es que haya estallado, pero necesitaba desahogarme tras estos tres largos días.



Te copio, lo siento ^^U No se me ocurre algo mejor….



Me atravesó el pecho, era como una daga, tanto dolor que no se puede describir con palabras, pero caí en gozo, sentí como si el tiempo se detuviera, como si la sangre que recorría mi cuerpo fuera fuego, que me quemaba, que se extendía por todo mi ser, que ardía como una potente llamarada que no se apaga. Sentí un placer intenso y una ilusión que me recorría cada una de mis venas, fue una sensación imposible de olvidar.



Y sólo era una mirada. Su mirada.



Lástima que sólo fuera aquel instante, y que aún piense en esa mirada cuando ya está tan lejos de mí, inalcanzable, tras tantas equivocaciones.











Aún así no me rindo. Sé lo máximo que puedo tener y eso me llena día a día.

Estos tres meses se presentan duros, pero aún así, no me rindo. Me ha costado mucho llegar a donde estoy ahora, saber lo que sé y tener cómplices ayudándome en este largo camino. Por eso, soy tan perfeccionista. Porque no me gusta perder lo que siempre he querido ganar.





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Días oscuros, días fríos, días melancólicos… en los que pronto saldrá el sol

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