Sentimientos encontrados

martes, 23 de agosto de 2011

Envidia, celos, ansiedad, pasión... Nunca comprendí muy bien en qué consistían todos ellos. Ni siquiera si comprenderlos iba a tener sentido. Acaso quién sabe distinguir entre es esa hipócrita envidia sana de la que tanto presumen algunos o si de esos infundados celos que rozan lo extenuado.

Confesar siempre fue de valientes; envidiar, de mediocres. Confesar una envidia... de un valiente mediocre.
Lo acepto. Hoy, lo seré. Aunque tú vas a ser un juez más que significativo. Confieso que por tener envidia de ese alma libre hoy me encuentro aquí parada. Envidio el niño que escondes, cuyas alas aún no quebraron del todo. También, de quien huye sin miedo hacia la esperanza, de quien no es capaz de robar otra cosa que no sea un beso. De quien desprende temple y constancia. De quién no se pierde en su vagos recuerdos, de aquel que mira hacia adelante esbozando una tierna sonrisa. De ellos, los que decidieron emprender un camino. Los que no tuvieron miedo de amarse. Quiero ser juzgada por aquellos que son capaces de enamorarse a diario… pero siempre de la misma persona.  A los que con una mirada ya lo dicen todo, aunque nada esperan más que volver a perderse en esa mirada, al menos, para siempre. Y, por qué no, a las caricias, al silencio y a los fríos invernales, a todos los que te hicieron acercar a mí.

Sí. Porque tengo envidia de ti. De mí. Envidia de nosotros.

Y si ni yo misma he sabido hasta ahora qué significa envidiar, hagamos un trato. Porque, si me lo propones, siempre podemos cambiar la envidia por la suerte.

Mas hablar de celos es otra historia. Si extraño tu presencia, siento celos de tus manos, que no tomaran las mías. También de tu sombra, por ser tu fiel compañera. Incluso de las estrellas, quienes velarán tu sueño mientras me encuentre ausente. Sentimientos encontrados no siempre son compartidos, aunque sí que sean apasionados. Celos infundados, confesados y, desde hoy, aquí enterrados.

Pero ya no importa, no soy lo suficientemente para albergar en mí un sentimiento como la envidia o una enfermedad como los celos. Me matarían lentamente. Aunque otras sensaciones ya lo estén haciendo.

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