No es la primera vez que pienso que mi carácter es bastante singular. Ni tampoco es la primera vez en la que no sé distinguir dónde está bien ni dónde está el mal. Llega un momento en el que mi existencia se limita, mi pensamiento se eleva y cada palabra es tan intensa como si pudiera ser la última. Siento debilidad cuando no tengo lo que necesito. Pero no caigo, y si lo hago, no lo mostraré. Porque sé que luego volveré a subir, a tocar el cielo.
Necesito continuamente cariño, amor, atención... o sólo una simple palabra; quizás para olvidar por un instante lo poco que me puedo querer a mí misma.
Voy con pies de plomo en todo lo que hago, seguramente por el perfeccionismo que reina en mí.
Siempre me parece poco el 100%. Soy una persona de extremos. Te lo puedo dar todo, pocas veces pido nada. Porque, aunque lo necesite, ¿qué derecho tengo para pedir algo a alguien? Soy contradictoria.
Eso me ha hecho sufrir durante toda mi vida. Eso me ha hecho agradecer tanto el que alguien me brinde un simple gesto desinteresado, una muestra de cariño o la más maravillosa declaración de amor.
Pero, ¿cómo corresponder? Si yo misma soy un completo caos, como bien he descrito. Quizás no debería entregarme de esa manera, esas personas siempre lo viven todo más intensamente, como el sufrimiento. Quizás tampoco es bueno ser tan interiormente pasional, porque no expresarlo... destruye poco a poco. Y vuelvo a sentirme impotente, siendo un círculo vicioso del que nunca se ve el fin.
No tengo arreglo. Es mi conclusión después de tanto pensar. Quizás el tiempo me traiga paz, o el que me confirme que nunca se me dieron bien estas cosas.
Pero mi ilusión es que este sueño sea eterno. Como ver avanzar una maravillosa vida en común, con todos esos frutos que ella traerá consigo
1 comentario:
Me siento muy identificada con lo que has escrito. Yo a veces me siento igual.
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