La última noche

martes, 12 de abril de 2011

Una extraña sensación se apoderó de ella en ese instante. Sólo la luna, que se empecinaba en alumbrar todo aquello que tenía a su alrededor, era testigo y una, cada vez más, fiel compañía.

La habitación estaba hecha un desastre, fruto de una cercana e inesperada mudanza. Odiaba el desorden, aunque últimamente se trataba de su propio orden. Eran las 03:16, su mente se mantenía tan despierta que ni toda la cafeína de dos tazas de café podrían competir con ella. Luchando consigo misma para intentar dormir, como cualquier persona en su sano juicio haría un martes de madrugada, sólo conseguía dar y dar vueltas. Pensaba en temas que iban y venían o en preocupaciones e inquietudes, todos ellos envueltos de ilusiones que hacían el desvelo más llevadero. 

En su cama también vivían recuerdos no muy lejanos, los cuales la abrazaban cada noche cuando caía rendida en ellos. Aunque hoy era distinto. Esta noche los sentía más reales que de costumbre, quién sabe si por ser la última. 

Era curioso pensar que esa sería la última vez que viviera en esa pequeña y a la vez gran casa. Tan fría y solitaria casi siempre, pero tan cálida y confortable en tantas ocasiones. Ya no volvería a entrar en ella, pendiente de un teléfono que sonó o a la espera tras un ordenador en el cual buscaba refugio. Se acabarían las inevitables despedidas, las intempestivas lágrimas y los sentimientos de vacío. Y, pese a todo, pese a que seguía sintiendo ese lugar tan suyo como el que más, hacía ya un tiempo del momento en el que se percató de que su sitio estaba ahora en otra parte. No lo iba a tener fácil, pero debía poner fin a una etapa más en su vida... para iniciar, si Dios quiere, una etapa aún mejor. En su cabeza se avecinaba una etapa de estabilidad y plenitud que no recuerda haber tenido desde hace mucho... aunque teme que desaparezca como tantas otras veces recordó,como si de la luna que apenas ya atisbaba para ver se tratase. 

Sabía que iba a dejar atrás dos intensos años, en los que había vivido tanto los mejores como los peores momentos de su vida. Cuántas veces creyó tener todo aquello que quería y, un buen día, de la nada todo se esfumaba...

Se sorprendió haciendo balance del tiempo. Con saldo positivo, aunque con demasiadas pérdidas. Sería mejor concluir con que el tiempo se le había pasado demasiado deprisa.

La balanza se inclinaba inevitablemente. Era más fuerte el sentimiento de una esperanzadora felicidad futura que todo el pasado que allí dentro se iba a quedar... callado para siempre.

03:37. Rendida, cayó en los brazos de los recuerdos... y de Morfeo. Palabras de un bonito y prometedor sueño se adueñaban de su subconsciente... Si ésto es el futuro, nunca me apartes de tu lado.

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