De tanto pensar, espero...

domingo, 23 de agosto de 2009

Ya no te recuerdo en los libros que leo, ni en las películas que veo, ni en las canciones que escucho. Ya no lloro cuando tomo conciencia de los cientos de kilómetros que nos separan. Ya no te busco en cada una de las miradas vacías de la gente en todas las calles que cruzo, ni en las letras de algún conocido cantante. Ya no les busco parecidos contigo a las personas para que me resulten familiares.




Ya no te busco.



Tampoco sueño con encontrarte, ni con volver a ver tus ojos, ni con hablarte, ni con abrazarte, ni con besarte mientras me susurras al oído esas palabras que sólo en sueños me podrás dedicar. Ya no me preocupa si allá donde estás, nieva, hace calor, llueve, o graniza; o si estás, como yo, contemplando las estrellas y recordando viejos tiempos. Ya no siento la necesidad de buscarte, tal vez por fin ahora comprenda que me ahorro un par de lágrimas para derramar por otra cosa, tal vez, de mayor importancia. Ya no me importa saber si estás solo, si me extrañas, si te acuerdas de lo mucho que te a…precié. Ya no me importa saber si me quisiste aunque sea una décima parte de lo que yo lo hice. Ni tampoco me hace mal mirar alguna foto tuya, o nuestra.



Ya no pretendo esperar a que, por las noches, sea yo quién te robe algún suspiro. Ni pretendo aparecer alguna tarde por tu casa, para tomar algún café, y hablar de aquellos innumerables momentos vividos. Ya no siento necesidad de sentarme en en aquel lugar, para ver si aunque sea de ese modo, puedo verte como en tantas otras ocasiones. Ya no busco que me encuentres, y mucho menos que me aprendas a querer.



Ya no te busco, sino que ya me conformo con entender que te prefiero como un recuerdo. Por lo menos, no creo que duela más que una (des)ilusión. Prefiero conservar tus fotos, nuestras conversaciones, los recuerdos. Mi corazón tan frágil y débil no podría soportar albergar a un amor tan hiriente, tan desgarrador... tan tuyo.



Pese a todo, de momento, en cada uno de los lugares a los que me dirijo, la sensación de que voy a encontrarte me persigue.







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Esa línea marcará un antes y un después. Sé que suena extraño para quienes me conocen. Por primera vez, desde que te conozco, he decidido que no volveré a hablar de ti, sino de mí, como siempre debió ser. Por primera vez, siento la necesidad de dejarte de lado, de ver hasta dónde soy capaz de llegar. Quiero ser fuerte y autosuficiente. No vivo por nadie. No vivo para sufrir amores, o mejor dicho, desamores. Quiero abrir mis alas y comenzar mi vuelo. Ser libre como el viento. Quiero correr sin tu compañía de fondo. Quiero soñar sueños que se conviertan en realidad. Quiero ser feliz a mi manera. Quiero amar a quién quiera y cómo yo quiera. Nadie me lo puede ni ya me lo podrá prohibir. Quiero reanudar mi vida, con los errores cometidos, y triunfos ganados. Nada de comenzar de cero, soy lo que soy gracias a todo lo que llevo a mi espalda. Quiero emprender nuevos proyectos, y lograr que cada uno de mis sueños deje de ser tales, para convertirse en algo más que eso. Verdades. Quiero intentar vivir mi vida, en vez de sufrirla. Quiero ser yo misma, quiero dejar de fingir personajes que nunca lo fueron, que ni siquiera conozco. Quiero distinguirme, no ser sólo una persona más en este mundo tan injusto. Quiero que me quieran por quién soy, y ya no, por quién quieran que sea.

Ahora, es donde comienza la búsqueda de mi verdad, de mi esencia, del yo que todavía sigue escondido en mí y no logro encontrar. Ahora, es donde comienza mi turno, mi turno para darle un giro a mi vida, no pienso tirar por la borda lo aprendido hasta ahora, ni pienso renunciar, como hubiese hecho antes: voy a jugar hasta el final.











-Que empiece la partida...

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