Hoy me encuentro vacía sin saber mucho que hacer por estos días en que no te puedo ver, siempre es así, a veces creo que extrañarte es lo más bonito y triste que me ha pasado. Te extraño cuando el viento se cuela por mi ventana, el frío me envuelve y me recuerda que no estás aquí para abrazarme. Te extraño, tus palabras, nuestras conversaciones y tus divertidas ocurrencias que me hacen reír. Te extraño cuando camino por la calle y quisiera ir tomada de tu mano. Te extraño tanto que a veces quisiera no extrañarte, no porque no te quiera sino porque tengo miedo de quererte.
Pero a pesar de todo, hay algunas cosas que, aunque son capaces de hacernos daño o de doler [que a veces es lo mismo y a veces no], no queremos olvidar. Otras querríamos olvidarlas y están grabadas a fuego en la memoria, tatuadas con lágrimas en las mejillas, esculpidas en las arrugas de la frente. Yo no quiero olvidar que hay mañanas que amanecen mejor, ni quiero olvidar por qué. No quiero olvidar que hay ojos que no necesitan mirar para contar, porque se adivinan en la distancia. No quiero olvidar que hay amores que matan y miradas que atan. No quiero olvidar que el mundo lo construyo yo cada minuto, y si pierdo un minuto pierdo mi mundo. No quiero olvidar que la risa siempre es más fácil que el llanto, pero tampoco siempre es más divertida. No quiero olvidar que estoy viva ni que mañana puedo no estarlo. No quiero olvidar que el amor existe, que alguna vez quise aunque no me quisieron, y que a veces el amor duele tanto como el desamor, o incluso más. No quiero olvidar algunos besos, algunos lugares, algunos amaneceres, algunas personas. No quiero olvidar una risa ni el primer adiós. No quiero olvidar. No quiero perder cosas. No quiero que con el paso de los años olvide como me sentía en mi cumpleaños cuando era niña o la primera vez que ví el mar. No quiero pensar que me olvidarás. No quiero olvidar aquellos momentos. Aquellos años. Aquellos días. Aquella vida. Todavía no puedo olvidarte y, aunque lo estuve intentando, al verte se me olvidaron esos intentos.
Por eso, me he dado cuenta de que necesito que pase mucho más tiempo para no necesitarte.
No hubo despedidas, no dio tiempo a ellas, pero sí hubo lágrimas, muchas lágrimas. Aunque ayer fuera el peor día en mucho tiempo, quiero quedarme con lo bueno, con la gente que me apoya y con los buenos [y pocos] momentos que pude vivir. En unos casos, muchas palabras de ánimo, y en otros, sólo miradas que en el fondo no significarían nada para nadie. No pretendo rendirme ni derrumbarme, pero es que ya son demasiadas cosas las que se juntan.
Pasará tiempo hasta una nueva mirada o una despedida, pero me da miedo y me fastidia aún más echarte de menos hasta entonces.
En este momento me gustaría decir lo que no debería decir nunca, aunque sé que ahora ya es tarde…
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