Haciendo memoria

viernes, 13 de junio de 2008

Podría decirse que ya casi ha acabado todo. Por una parte no puedo quejarme, estoy muy feliz por mis notas y todo el trabajo realizado hasta ahora. Creo que he dado lo máximo para conseguirlo. Estoy segura de que esas enseñanzas me servirán en la búsqueda de algo que pueda parecerse a la felicidad…



Ha sido un año bonito, mejor de lo que me podía imaginar tras dejar tantos momentos en el añorado Puerta del Mar. Allá por septiembre nos encontrábamos con un sitio extraño, en obras y con clases de papel. Rara, muy rara me sentía en aquellos primeros recreos; eso sí, siguiendo viejas costumbres variábamos de un lugar a otro. Día a día iba conociendo al detalle a mucha gente. En tantas horas, días, meses juntos se van estrechando lazos, reforzando grandes amistades, experimentando nuevos sentimientos ya olvidados [o quizá nunca conocidos] o incluso te vas conociendo a ti mismo. Darse cuenta de que hay personas que harían lo que fuera para verte feliz en un día tan importante para ti es muy gratificante. Son cosas que para mí son lo máximo aunque ellas no lo crean.
Pero a veces también he necesitado un gesto cómplice, un “sigue así”, un “enhorabuena”… un algo cuando creo que hago algo bien. No pido que me regalen el oído todo el día, sólo pido lo mismo que reciben los demás. A lo mejor soy yo la rara, pero me siento feliz cuando me suben la autoestima, más realizada.
Aunque eso ya no importa. A estas alturas, quien ha mostrado interés por mí cuando estaba solitaria en el insti sé quienes ha sido, y quien ha tenido una palabra de apoyo, de ánimo y de felicitación en los peores momentos, también. De algunos precisamente no me los imaginaba, y de otros puede que me lo imaginara demasiado... Pero eso ahora es lo de menos.
El curso ha acabado así y ya nada puede cambiarse. Lo hecho, hecho está; y lo que no, estará aún mejor. De lo que más me siento satisfecha es que he dado todo lo que he podido y más en este año. Ojala el año que viene pueda decir lo mismo, aunque me da vértigo sólo de pensar en el día que me vaya y esto se acabe. También me da vértigo imaginar que no pueda olvidar aquello que debería olvidar. Lo malo es que eso no depende de mí.

Es una pena que no esté feliz del todo por culpa de eso, pero es difícil fingir estar bien sabiendo que perdí esta vez y que perderé cualquier otra. No lo digo yo, muchos detalles ya me lo han demostrado.


Podría decirte muchas cosas, pero prefiero ser ignorada a ser odiada.





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