Veinte mariposas

martes, 28 de agosto de 2012

No sé si fue el destino el que me trajo hasta aquí, dejando atrás los mejores veinte meses de mi vida. No sé si fue gracias a ese cielo estrellado que pronto volveremos a compartir, a una tierra donde todo surge de forma mágica, o a esa casualidad que nos hizo querer cada día un poquito más.

Simplemente fuiste tú, sin mayor explicación. Poco a poco decidí que fueras tú el que cogiera mi mano y supiera guiarme en este camino. Me di cuenta de que no podía existir una persona mejor para ocupar ese hueco, esa mitad que hoy día ya te corresponde. Y no hay más razón que la de caer rendida ante la evidencia, ante la habilidad que tienes para enamorarme cada día. Una locura que, pase lo que pase, sigue sonando demasiado bien. 

Y tendrás que perdonarme cada día, al igual que espero que no dejes nunca de quererme; al menos, durante todo el tiempo que has estado ahí, que ha sido siempre.

Gracias, por todo. Por días sin final, por noches llenas de sueños. Por estos meses llenos de magia. Y, sin duda, abrazaré mis sueños en esta cálida noche de 28, esperando al día de nuestro reencuentro para formar parte de ellos.

El mundo amarillo

martes, 21 de agosto de 2012

Nunca he comprendido que el concepto de amistad no haya evolucionado. A veces leo libros que hablan de la Edad Media, del Renacimiento, de principios de siglo y siempre se habla de la amistad; un amigo siempre es un amigo. Los amigos son amigos y su repercusión en la persona amiga es bastante parecida en todas las épocas. En cambio, el mundo de la pareja y la familia sí que ha evolucionado. No se parece en nada la forma de relacionarse de una pareja o un núcleo familiar en la Edad Media a como la vivimos ahora; los roles, las costumbres, todo ha evolucionado.

Creo que éste es uno de los males de esta sociedad. El concepto amigo, el rol del amigo, ya no puede ser el mismo en la época tecnológica en la que vivimos. Yo creo que ahora es imposible mantener el contacto con los amigos de la misma manera que en décadas anteriores. Todo el mundo pierde amigos cada año, y las excusas son muy variadas: «vivimos en lugares distintos», «cambié de trabajo», «no tengo tiempo para quedar», «tan sólo hablábamos por el messenger» o «éramos tan sólo amigos del colegio o de la universidad.»

Perder a un amigo está siempre relacionado con dejar de verse. Los amigos se definen sobre todo porque son personas que se ven, que se ven muchas veces en la vida. ¿Puedes ser amigo de alguien si no lo ves jamás, si no quedas nunca con él?


El mundo amarillo, de Albert Espinosa


Eres mi suerte

domingo, 19 de agosto de 2012

Sé que es él. Sé que él es la persona de mi vida desde que me lo pregunté por primera vez. Porque, a veces, no hace falta cuestionarse nada más. A veces, sabes que está ahí ahora y que lo va a estar siempre, como tantos años atrás estuvo. Pero te llevas tantas decepciones antes de dar con esa persona... que ya no distingues entre confianza y falsedad. 

Pero el miedo se supera afrontándolo. Los temores no tienen por qué dominar tu vida. Decidí hace tiempo lanzarme a una piscina con un agua tan fría como la nieve de enero, cansada de quemarme con el fuego de un lugar llamado infierno. Resistí y luché, sin miedo, con paciencia. Nunca me cansé, porque sabía que llegaría mi recompensa. Y llegó.

Llegó mi suerte, la suerte de mi vida. Si soy sincera, no me esperaba que llegaría con esa facilidad. Tan suavemente, con delicadeza. Y, sin embargo, ahora pienso que ojalá hubiera surgido todo esto antes; es bonito pensar que el destino lo tenía todo planeado. Porque, realmente, lo amo como nunca antes podía haberlo imaginado. Inevitablemente, lo amo. Él es la persona con quien quiero compartir mis segundos, mis minutos y mis horas. Vivir cada uno de sus días con sus respectivas noches. Y no despertarme nunca de este sueño. Para el resto de mi vida.

Me di cuenta de que nadie me va a querer tanto como él me quiere. Ni me va a mirar de esa forma que yo solamente conozco. Y tampoco nadie me va a ofrecer toda la felicidad que él me ofrece. Y si estoy tan segura es precisamente por todas las lágrimas que he podido derramar por aquellas personas y decepciones del pasado, y porque todas esas lágrimas fue precisamente él quién las alejó de mi presente.

Tormenta de verano

viernes, 3 de agosto de 2012

Frío. Entre éste y muchos otros detalles, para ella no era precisamente lo que debería haber sido una calurosa tarde de agosto. Ante el espejo al que se miraba, deseaba verse guapa, aunque lo que aún más prefería era verse junto a él. Pero nunca era el momento. Porque, a veces, la distancia nos agarra por la espalda, robándonos lo que más nos importa, lo que más anhelamos.

Aquella tarde era distinta, al igual que su acompañante. Cuando se encontraron, tras mucho tiempo recorrido a sus espaldas y muy poco mirándose a los ojos, no se imaginaban lo que esa noche de sí daría. Emoción y nerviosismo se escondían en una tímida conversación. Una aparente calma que recorría cada pensamiento que le atormentaba. Cuando dos almas solitarias se reencuentran en una mirada y se regalan una sonrisa, son buenos motivos para escapar y pasear entre las estrellas, a pesar de la ausencia del verdadero amor. 

Y ese es el instante cuando el amor se convierte en desamor, o viceversa. Es en ese instante cuando un beso sucede a otro, cuando las miradas se convierten en caricias y la respiración acompasa unos inocentes y torpes movimientos. Una pasión descrita en cada suspiro, en cada vello erizado, en cada rincón de su piel. La suavidad en la que se fundieron era mágica. La ropa sobraba, la que ahora tapaba el suelo y no sus cuerpos.

Las caricias se hicieron más intensas y, a la vez, más lentas. Ella se aferraba a su piel como si no existiese un mañana, como si estuviese atrapada en un tornado de sentimientos, que brotaba de nuevo cada vez que rozaba los labios del amor de su vida. Un íntimo baile en el que los únicos invitados a la fiesta eran ellos.

Se sentía, tras mucho sufrimiento, completamente en paz. Sus ojos brillaban de complicidad, de amor. Cada uno de sus movimientos regalaban a la escena un romanticismo inmenso. Como si lo más profundo de su ser quisiera salir, abrazar a la persona que tanto amaba y luego poder regresar tranquila.

Exhausta, se acurrucó en sus brazos, y con una sonrisa de felicidad, se miraron lentamente, para después besarse apasionadamente. 

Lejos de aquel idílico lugar, un joven sintió frío; un gran escalofrío erizó su piel. Con la mirada perdida en la oscuridad de su habitación, se preguntó qué pudo haber sido, con el calor de verano que en su cama se respiraba. No se dio cuenta, pero, en ese momento, había ocurrido algo que marcaría sus ganas de vivir, sin saber que, aquello que desconocía, lo atormentaría más de lo podría imaginar, y mucho más de lo que él hubiese podido desear.

Acababan de romper su oportunidad. Acababan de robarle un sueño.

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