Es el momento de escribirte lo que nunca fui capaz de decirte, aunque sea tarde, y de escribir todo lo que ha sucedido en una carta que voy a mandarte, que no vas a recibir nunca. Como tú me enseñaste, cuando acabe de escribirla la quemaré. Los sentimientos se pondrán a arder, y ese dolor no se quedará tan dentro. Esta vez sólo quiero ser claro, sería un imbécil si no gritara que me he equivocado, desde el principio, contigo. He intentado avanzar sin apartar antes las cosas que lo impedían, agarrado al pasado, mirando para atrás, queriendo olvidar pero, a la vez, sin parar de recordar, empeñado en quedarme ahí. Qué locura, ¿no? En medio de un lado y de otro, sin perdonar, sin perdonarme, sin avanzar.
¿Dónde está el secreto del futuro? Puede que esté en fijarse bien, en avanzar, en mirar más cerca. Más. Tan cerca que lo borroso se vuelve nítido, se vuelve claro. Sólo hay que dejar que las cosas pasen.
Y ahora lo tendría claro. Aunque ya no depende de mí.
Tengo ganas de ti.
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