Amar

viernes, 20 de mayo de 2011

Qué escalofrío me recorre de principio a fin cuando se trata de hablar de esa palabra. Una palabra de la cual todo se podría hablar… pero a la vez todo se quedaría en nada. Y, sin embargo, qué plenitud la que me invade con sólo pensar en ella.

Nunca me ha gustado hablar de algo que no alcanzo a conocer, y mucho menos escribirlo. Pero éste ya no es el caso, porque ya no huyo cuando de amar se trata. 
Tal vez haya poco a poco aprendido a amarte. Tal vez desde siempre, pero sin imaginar que algún día podría llegar a merecer la pena.

Y, ahora, ya me ves. Recordándome día a día lo que ahora merece realmente la pena en mi vida. Llevando la cuenta de los besos que me das y siempre en estado de espera por aquellos otros que aún no llegan. Sintiendo otra vez miedo, un miedo profundo pero distinto. Ese mismo que me lleva a hacer cosas de las que siempre me burlé. Ni siquiera sé qué es lo correcto, porque tampoco soy quien querrías que fuera. 

Aunque, poco a poco, le voy dando sentido al verbo amar, parándome en todos sus detalles, alegrías y pesares. Porque, pese a todo, supe que te amaba cuando me atreví a mirar hacia adelante, sin más motivo ni razón que el de seguirte. Y atravesando ese camino pude ver que por ti ya no añoro mi pasado, ni todo lo que con él perdí y anhelé.

Siete

sábado, 7 de mayo de 2011

Levantarse un buen día con la certeza de que todo lo que en él te ocurra lo vas a recordar siempre, pasen los años que pasen, suena fascinante. Aunque, si no sale todo como tú planeaste, corres el riesgo de que ese día acabe resultando abrumador. Al igual que ese número que tanto pesa simbólicamente en tu cabeza. Veinte. Un dos y un cero perfectamente unidos para comenzar una nueva década, más madura y decisiva. Quién lo diría, si yo soy más de impares...

Y creías, siendo una inocente cría ingenua, que cuando cumplieras veinte años te ibas a convertir en una aburrida y solterona vieja. Y sonríes. No puedes evitar sonreír al recordarlo. Y alegrarte de que no se hayan cumplido tus alentadoras expectativas. Incluso te sorprendes al ver la cantidad de veces que aún sale la niña que tímidamente sigues llevando dentro.

Pero sigues creciendo, y no sólo en edad. Aumentan tus sueños, tus expectativas y tus planes de futuro. Sientes más cerca todo lo que querías cuando fueras mayor, y extrañas todo aquello que hacías cuando eras niño. Será que, paradójicamente, los miedos también crecen proporcionalmente a los años. 

Ojalá fuera tan sencillo cambiar a una cabecita tan insegura como ésta. Pero veinte años no pasan en balde, ni borran huellas de tantas y tantas pisadas. 
Pero gracias a ella, a todos mis fallos y aciertos, a todos los que me marcaron durante todos estos años... estoy aquí. Luchando por seguir, por no derrumbarme ni enervarme en vano. Haciendo feliz a quien me rodee. Cumpliendo un año más, y a la vez un año menos.


Porque cada siete de mayo, comienza mi historia.


Bicho raro

viernes, 6 de mayo de 2011

Suelo sentirme como un bicho raro. No soy capaz de pasar de una cosa a otra así, sin más. La mayoría de las personas, cuando tienen una aventura o una relación larga y rompen, la olvidan. Pasan a otra cosa y olvidan como si nada hubiera pasado... Aunque puestos a ser sinceros, jamás he olvidado a alguien con quien he compartido algo, porque cada persona tiene algo propio que le hace ser quien es.
No se puede reemplazar a nadie, y menos una vez perdido.
Cada vez que he perdido me ha afectado muchísimo, a veces me cuesta recuperarme del todo. Por eso pongo mucho cuidado en las relaciones, porque me duelen demasiado. Aunque sean tonterías.
Pero necesito esas tonterías. Necesito los pequeños detalles, son el reflejo de cada uno de nosotros.
Es lo que echo de menos constantemente. Por eso no se puede reemplazar a nadie, porque todos estamos hechos de esos pequeños y preciosos detalles...

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