Esto no es una carta, porque nunca lo será. Ni tampoco es una despedida, prefiero pensar que solamente será un triste y largo ‘hasta luego’.
Y es que dicen que a veces lo que no buscamos es lo que mas necesitamos, y es eso lo que me ha ocurrido a mí. Sin planearlo aquí me ves, escribiendo algo que tú nunca llegarás a leer.
Y esto no lo escribo con pena, sino con el miedo que se siente al saber que vas a perder a alguien para siempre. Con el miedo a que, hasta entonces, te estalle el corazón cuando está cerca. Con el miedo de no saber vivir al no volver a conectar con su mirada. Con miedo. Con rabia. Porque sé que cada instante vivido estás más lejos de mí, que cada día que pasa eres menos libre. No hay nada más que pueda hacer, sólo me queda recordar que una afortunada casualidad hizo que un día entraras por aquella puerta, en un día ya lejano de otoño. Aunque en verdad me diera cuenta una solitaria y gris mañana de abril. Desde aquel momento sólo soñaba el momento de volver a escucharte, de ver tu mirada, tu sonrisa… y de verme junto a ti.
Tras una inexistente despedida en, para mí, una fría mañana de un verano recién estrenado, vinieron tres largos y silenciosos meses de espera con la incertidumbre de si te volvería a ver.
En ellos, ninguno sabe las lágrimas que en la noche he podido derramar, ni las veces que me he podido arrepentir de no haberte sacado de tu ignorancia. Y es que por entonces no me importaba nada de lo que pudieran pensar los demás.
Pero ahora todo ha cambiado. Precisamente a mí ha llegado todo lo necesario sobre ti para derrumbarme, para ir perdiendo la esperanza a cuentagotas. Incluso hasta para llegar a odiarte; por suerte o por desgracia, lo único que no ha ocurrido.
Y es que ésta puede que sea la última vez que vuelva a recordar tu olor, ese que ya me es tan conocido; o que vuelva a tenerte cerca. ¿Sabes lo que ha sido tenerte cerca durante apenas dos años sabiendo que no pasaré esa distancia que nos separa? ¿Sabiendo que no significo nada en tu vida? Podría sentirme frustrada, pero no lo estoy porque lo entiendo. Tú has llegado pronto a mi vida y yo he llegado demasiado tarde.
Por eso y tantas otras cosas, yo ya me marcho, pero puede que tú también. No habrá más sonrisas, más palabras, más miradas. Nos ahorraremos despedidas porque ya no habrá futuros encuentros.
Hasta entonces me gustaría pensarte feliz, posiblemente lo seas lejos de aquí, sin que nada de esto fuera un obstáculo en tu vida. Nunca me ha gustado ser un castigo de nadie, y ahora mucho menos, sobre todo al haber sido tú la primera y única persona a la que he amado de verdad
¿Se acabó?
lunes, 22 de junio de 2009
Tras la tempestad, siento sobre mí un sinfín de días, semanas y meses en los que podré dejar a un lado las preocupaciones.
O no...
Tengo la sensación de que va a ser un verano distinto, sobre todo si lo comparamos con el pasado. Han ocurrido muchas cosas y han cambiado tantas otras. No sé si será mejor o peor, pero simplemente da vértigo pensarlo.
Será un paréntesis que abrirá un antes y un después para muchos, yo entre ellos. Habrá gente a la que le traigan malos recuerdos estas fechas, yo entre ellos, pero quiero quedarme con que el tiempo al final nos pone donde merecemos . Y en muchos casos es así, ha quedado más que demostrado…
En un par de meses, para mí, la nostalgia vendrá al dejar atrás tantos bellos momentos y tantas otras cosas que no ocurrieron y que simplemente quedarán en mi memoria. Y le doy toda la razón a la persona que dijo que dos años no dan para nada, pero dan para mucho para conocerte.
No estoy triste, ni mucho menos, he cumplido ya más o menos mi misión, con menos pena que gloria y con muchas mariposas revoloteándome. Bastantes. No me dejaban en paz las muy puñeteras. Parece que quedó un poco evidente…
También he podido ser protagonista de una despedida en toda regla, quitándome la espinita de hace justo un año. Pero este año, la despedida cobraba mayor importancia. Dolerá, lo sé, pero vale más la pena todo lo demás ya sabido que esa inútil y perdida esperanza.
Otr@s much@s me han demostrado el inmenso aprecio que podía imaginar que sentían por mí, pero he podido confirmar hasta qué punto. Y otros... bueno, otros son indescriptibles. No todo el mundo me hace sentir como si estuviera en una nube o como si tuviera la irremediable necesidad de dejar a un lado esas mariposas tan inoportunas.
Ojalá que no me olviden con el transcurso del tiempo, aunque será más difícil si usan y guardan esos recuerdos. O si me obligan a visitarles continuamente.
Me gustaría también agradecer a los que no me dejaron sola en ningún momento en aquel rato tan... espectacular. Di un poco el coñazo, sí; os dieron ganas de estrangularme, también; pero ese rato fue para mí inolvidable. La verdad es que solamente me había sentido así en dos ocasiones, y no creía que a estas alturas volvería a pasarme. Pero en fin, menos mal que para mucha gente no es un defecto...
Y aunque pasen muchos años, y seamos como extraños, yo jamás te olvidaré...
Y porque aunque pase mucho tiempo, espero volver a repetir y a compartir estos buenos momentos.