¿Por qué te extraño, si a veces me olvidas? Dicen que no sabemos valorar lo que tenemos hasta que lo perdemos. A veces siento que es así, a veces me veo al límite, al borde del precipicio. Me tropiezo con mi alrededor, pensando que es el único responsable, sin darme cuenta de que son mis propios actos quienes me empujan a caer. Y creo perderlo todo, incluida a mí, hasta que todo acaba resumiéndose en ti. Pasan recuerdos, amargas tempestades, dulces reencuentros y todo, todo, acaba resumido en ti. Aunque busque mi fuerza, mi luz, mi razón, en ellas siempre has residido tú, día a día. Y así hasta hoy, tres años y medio más tarde (¿o eran ya diez... o una eternidad?). Quiero pensar que el tiempo acabó reuniéndonos, saldando la felicidad que a ambos nos debía. Un pueblo nos meció entre sus olas, y una ciudad acabó por envolvernos entre versos y abrazos. En sus latidos nos alcanzamos, logramos oirnos; descubrimos el final del camino, que sólo hay una vida para arriesgarse. Me di cuenta al recorrer lugares que nos vieron crecer, al querer crear recuerdos, al ver que todos ellos mencionaban tu nombre. Lo confirmé cuando él aparecía en todos mis planes. Hoy estás a fuego, quemándome a cada instante la despedida, pensando en si será la última vez o en si todo será igual cuando regrese. Porque en ese camino que recorreré contigo espero que mi pequeño gran sueño se reconozca en nuestros pasos, en nuestro amor. Porque nunca me importará ganar si con ello te pierdo a ti.
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