Como el silencio después de una mirada, como el escalofrío tras la caricia. Como la luz que sigo viendo al cerrar los ojos.
Esa luz, esa sensación de calor, de alegría, de mariposas. Ese latido. El tuyo, el mío. Como el reloj que marca cada segundo tan veloz como las horas. Como la luna que fija en ti su mirada
sabiendo que la ignoras, como el agua que crea un mar sólo para ser tu
reflejo. Como el suave trayecto de tus manos hasta mis mejillas. Como observarte cada noche mientras duermes.
Como los labios tras el beso y el mimo tras el enfado.
Como el viento, salvaje. Como la luna, apasionada. Un sinfín de impulsos. Algo fuerte en el interior que te invade, que te llena y que sabes que
estará, que estaré. Un aliciente para seguir adelante. Un motivo para continuar, una
luz entre las tinieblas. La que sobrevive a la oscuridad y, a veces, la única.
Ilusión. Como ese rayo de sol que te
despierta cada mañana, como la lluvia golpeando las persianas. Algo
cálido, algo dulce, algo eterno. Un barco navegando para siempre, un globo que no
dejará de flotar, una canción que sonará sin descanso. Seré esa fuerza escondida que te lleve a superar lo que te propongas, sin otro objetivo más que capturar
esa sonrisa. Porque vencería mil tormentas, una y otra vez, sólo para volver a verla, sólo para volver a hacer tus ojos los míos.
Habrás de perdonarme, no será fácil viajar a mi lado. Emprendamos un desafío. Libremos esta aventura, venzamos a recuerdos sombríos, seamos ambos tan sólo uno. Luchemos, pero siempre juntos. Vivamos, pero siempre al lado.